Hechos que llaman a reflexión y motivan opiniones los hay a veces. Otras no. La Navidad, el narcisismo, el año nuevo, la gastada y moribunda esperanza , que sobrevive , tal vez porque es una única balsa que nos queda en la aterradora ( en realidad casi no hay cabida ya para el terror, después de leer una noticia cualquiera, en cualquier latitud, para conquistar la muerte, basta con morir) obscuridad de una altamar picada tras un naufragio, el fútbol, el sueldo que no alcanza, en fin, una multitud de temas que podrían ser dignos de comentar.
Sin embargo la vida nos pone por delante, pocas veces, a congéneres de magnitud como la de Christian.No es un Mesías, ni un ungido, ni un iluminado, .No se rebaja a la pretendida magnificencia de los redentores, libertadores, genios, estrellas, portentos, últimas opciones o paradigmas humanos. Arquetipos teóricos. Enviados. Profetas.
Este es un hombre joven. bordea los 30. Y llama la atención algo que para gente tan ocupada en vivir, matar o simplemente sobrevivir, a veces pasa desapercibido. Es transparente. De puro sincero. Y es bueno, por la absoluta ausencia de maldad. No soy un creyente. Pero lo veo y se que existe el alma. El es un alma fuerte y noble.
Le tocó una pésima mano de cartas. Y a pesar de jugarlas con maestría, perdió mucho en aquella partida.
Tal vez por eso, me resulta difícil, creer que exista un Dios, un gran Arquitecto, algo más allá, una perfección que tenga el cinismo de escribir recto en renglones torcidos.
Y el lo sufrió, con entereza y discreción. sin caer en el miserable y egoísta hábito de la autoconmiseración, o rebajarse al lodazal del resentimiento, o la amargura.
Esa es la gente que debemos buscar, para aprender con humildad a ser mejores.
Gracias Christian por devolverme la fe.
Eduardo Larrea M
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