Ayer por la mañana , prendí el radio del automóvil, y el Dr. Pepe Granizo, hablaba con tristeza
solemne de la muerte , la noche anterior, de su colega periodista deportivo Luis Paredes.
Falleció por una complicación de su Diabetes Mellitus, en forma súbita. Refería que había
estado con el el domingo anterior, en el Estadio de Liga , cuando fue a comentar el partido de
LDU contra Fuerza Amarilla (la " banana mecánica" ), equipo de El Oro.
Pepe granizo estaba impresionado. Lo vió el domingo, y conversó con Luis, y desde ayer, no podría
hablar con él, ni verlo, porque esta muerto.No sé si a todos, ante estas experiencias cuotidianas, nos
impresiona más la muerto del interlocutor, e el amedrentador aviso de lo cerca que estamos de
nuestro propio final, tan cierto, y tan difícil de aceptar.
Luis Paredes nació en Quito a fines de los 40 en Quito, San Juan. Se graduó de maestro normalista
y lo enviaron como profesor unidocente, UNIDOCENTE ERA LA ESCUELITA en mitad de la nada,
en mitad de la provincia de Esmeraldas en el año 64 o 65. Tuvo miedo. Entró a la Universidad
Central del Ecuador, dando examen de Ingreso, después de aprobar cuatro materias e igualarse como
Bachiller, y estudió Ciencias de la Información.Graduado ya de periodista, entró a trabajar en Radio
Tarqui. Hacía de todo. Después de un tiempo de esa conscripción y ayudándole a la sra. Leiva de
Herdoíza, llegó a a agarrar un micrófono para leer algunas de las "Notas Luctuosas", obituaros
contratados a la Radio. Esto le dió su primera oportunidad de hablar a través del micrófono,
Como preámbulo sonaban dramáticas notas corales la Misa Criolla de Ariel Ramirez, cantada
por Los Fronterizos, "Señor! Ten piedad de nosotros. De ahí el nombre de este blog.
Nota Luctuosa.
Lo conocí en el Julio Cesar Hidalgo, el coliseo cerrado del Centro de Quito, comentando con
Carlos Efraín Machado un partido de Baby-fútbol. Yo tenía 12 años y el tendría entre de 22 y 26.
Tal vez por la juventud de sus inicios lo apodaron Luis "bambino" Paredes, o Lucho "baby" Paredes.
Yo sólo lo miraba a unos 10 metros, pensando que las voces mágicas que emitía la Radio, era de
aquellos seres de carne y hueso. Cuando mueran serán polvo y cenizas.
Lo oí muchos años en varias radioemisoras.
Lo volví a ver cundo yo aompañaba los sábados de mañana a mi hijo Juan Sebastián al Atahualpa
a seguir las aventuras y desventuras de la Universidad Católica el "B".Esto era en el 2003.
Ahí compartimos cuarenta y cinco minutos de anécdotas que deslumbraban a mi hijo, y a mi me
deslumbraba su suavidad tranquila y cariño honesto con que trataba a mi hijo.
Pienso que hubiera sido un buen profesor de niños. Era dulce y tenía paciencia.
Ya no está. Es una nota luctuosa. Un aviso. Un aviso de algo tan simple y nos cuesta tanto
aceptar. Mi hijo al enterarse, por mi de su muerte, se entristeció. Yo me entristecí. Después
pensé que se acabó su sufrimiento con la Diabetes. Y nos la simple dulzura que compartió. Balance
Positivo.
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