Ibamos trashumando por el desierto Beremis un sabio matemático persa y yo, Malba. Subitamente nos llamó la atención un grito desgarrador de un hombre desesperado y desarrapado, rogando ayuda.
Nos contó que era un rico comerciante de Bagdag ciudad que quedaba a ocho días de camino a lomo de camello.
Nos explicó afligido, que regresando hacia allá, él y su caravana fueron atacados por una chusma de nómadas persas del desierto, que arrasaron con todo y mataron a quienes le acompañaban. Salvándose el casi milagrosamente escondindo en la arena.
Luego de preguntarnos si teníamos algo de comer y agua para llevarlo hasta Bagdag, que lo hiciéramos.
Yo tengo 3 panes, respondí. Y yo 5 panes dijo Beremis. El hombre que decía llamarse Salim Nasair, prometió compensarnos equitativamente con monedas de oro por compartir los panes y el agua.
Tras el viaje, entramos a la célebre ciudad, perla del oriente.
Al atravesar la vistosa plaza, tropezamos con un aparatoso cortejo a cuyo frente iba, en brioso alazán, el poderoso Ibrahim Maluf, uno de los visires. Llamó al hombre y le preguntó
-¿ Que te pasó, amigo mío? ¿ Cómo es que llegas a Bagdag con las ropas destrozadas y en compañía de estos dos desconocidos?
Nasair contó con detalles lo sucedido, y después de agradecer la solidaridad y el comportamiento de sus salvadores, procedió a entregar 3 monedas de oro a Malba, por sus 3 panes compartidos y 5 a Beremís.
Fue cuando éste, sorprendió a todos diciendo. Esa división no es exacta. Es simple. Y procedió a explicar Al tener yo 5 panes , dividiéndolos para tres, dan quince pedazos. Yo comí 8 y te di 7. Mi amigo Malba,
que tenía 3, los dividió en tres y le quedaron 9. De estos comió 8 y dió 1.
Con admiración todos reconocieron la exactitud matemática de Beremís, con gran boato.
Pero éste pidió silencio. Esto es la diferencia sólo entre la división simple y la exacta. Pero a los ojos de Allah no es la perfecta.
Malba y yo te rescatamos. Optamos por creerte y ayudarte, en vez de sospechar que eso podia ser arries-
gado. Compartimos todo lo que teníamos. :La división perfecta es que cada uno reciba cuatro monedas de oro.
Los que espectaban los hechos resueltos con tanta inteligencia y sabiduría, dieron a Malba y Beremís una ovación cerrada.
Y nosotros nos quedamos meditando sobre como pueden ser las divisiones, y por extensión , muchas cosas de la vida.Las matemáticas son bellas. Allah es Alláh y Mahoma su profeta.
Tomado del Libro. "El hombre que calculaba"
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