Es el nombre de una novela escrita por el griego Vassilis Vassilikos, y de la película basada en ella y realizada por su compatriota Costa-Gavras en 1969. Estas obras relatan de manera fidedigna el asesinato del médico y político izquierdista Grigoris Lambrakis en 1963, y la posterior indagación judicial y periodística que permitió el esclarecimiento del crimen. Tanto en ellas como en la vida real, los héroes de la trama fueron el juez de instrucción (o fiscal de instrucción, como aquí se llama) Christos Sartzetakis y un trío de periodistas, que en la cinta están representados por un reportero gráfico. Sus investigaciones determinaron que no fue un accidente de tránsito (como afirmaba la Policía), sino un asesinato ejecutado por dos sicarios parapoliciales y concebido por altos oficiales de la Policía griega.
Ignorando las presiones de sus superiores, Sartzetakis decidió investigar el incidente ocurrido al final de una marcha pacífica. Mediante sus propias indagaciones y con el apoyo de tres periodistas investigadores, el juez de instrucción localizó a ciertos testigos y pudo reconstruir completamente la conspiración. De esa manera, Sartzetakis inició juicio contra los autores materiales y contra todos los oficiales de la Policía y funcionarios gubernamentales de la ultraderecha que habían ordenado el asesinato de Lambrakis, quien era llamado “el doctor de los pobres”. Sin embargo, los jueces solamente condenaron a los dos matones a cumplir penas menores, y exoneraron de culpa a los oficiales de la Policía, quienes recibieron apenas una amonestación escrita por “faltas administrativas”. En los años siguientes, con el advenimiento de la dictadura de los coroneles griegos, los periodistas tuvieron que exiliarse, y Sartzetakis fue encarcelado y torturado durante un año por los militares.
La presión internacional, la difusión de la novela de Vassilikos y el éxito mundial de la película de Costa-Gavras, obligaron a la liberación de Sartzetakis en 1970. Entonces, el antiguo juez de instrucción viajó a especializarse en París y solo regresó a su país cuando se restauró la democracia. Entonces, retomó su carrera judicial con honores y luego empezó una carrera política. Fue elegido presidente de la República y gobernó entre 1985 y 1990, en un periodo de estabilidad democrática. La “Z” es la sexta letra del alfabeto griego y es la inicial de “zei”, que quiere decir “¡Vive!”, y es el rasgo que la oposición pintaba en las paredes durante la dictadura militar griega.
Esta ejemplar historia acaecida en los años 60 en la cuna de las democracias occidentales y durante un gobierno autoritario, demuestra que además de la resistencia popular y en ausencia de un poder legislativo dirimente, los garantes de la democracia que restan son un poder judicial valiente y cumplidor de sus responsabilidades, y una prensa libre e investigadora. Desgraciados los países donde los ciudadanos viven dormidos y/o están demasiado asustados, donde los diputados convalidan todo lo que un gobernante autoritario dispone, donde los jueces perdonan a los culpables amparados en tecnicismos leguleyos, donde los fiscales de instrucción renuncian a investigar y a acusar porque prefieren la comodidad de un promisorio futuro en el poder judicial, y donde la prensa se debate entre servir al poder político para disfrutar la interminable renta de la propaganda gobiernista, o investigar para descubrir verdades.
Escrito por Ivan Sandoval Carrión
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