Bolívar Castillo, alcalde de Loja, campeón del camisetazo, autócrata y abusivo, se ha impuesto
otra meta dentro de su poco envidiable currículum. Quiere matar los 100.000 perros "callejeros",
que según él, merodean las calles de su ciudad , la que Él dirige, con sutileza de mayordomo de
voz meliflua, buscando mejorar la salud pública de los ciudadanos que en ella habitan.
Sin compasión de nadie y sin consuelo, los canes serán exterminados, y probablemente su carne
descompuesta, servirá como abono, que alimente la ciudad jardín de sus ensueños.
No le conmoverán las voces de defensores de animales, no se dio por enterado de la historia,
de San Francisco de Asís, ni de San Martín de Porres. Fueron tantos los pedidos , tan sinceros y
sentidos, que el dominó la escena, descalificándolos y se puso a buscar a su madre, para matarla.
Porque en la tierra áspera y despiadada de los "Chatos", se los conoce como a unos "hijos de
perra". No se acordó de la prohibición de las crueles corridas de toros, pues su memoria es
selectiva y su espíritu desgarradoramente sanguinario y autoritario.
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