Hoy, en la canícula, donde las figuras de las personas son siluetas contra el sol, se me apareció una estrella,
dulce, discreta y bella. Y brilló al punto de opacar esa canícula. Y nos envolvió un silencio tenue en la mitad del bullicio
del día urbano. Como dijo Serrat: " Dios y mi canto, saben a quien nombro tanto".
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