
brillantes. Nunca se quejó de nada. Y siempre dio la cara a todo, con una sonrisa que le volvía
invulnerable. Su espada cargada de buen humor y dulzura, la hizo invulnerable. El final sólo fue
para dejarme lecciones intensas de integridad, de coraje, y de desprecio por la autoconmiseración.
Que regalo en mi cumpleaños me diste Nora Bonilla. Ahora nada te toca, nada te angustia. Ya burlaste la muerte . Ya eres una luz perenne en el firmamento.
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