"fanas" , por su inofensivo (Los "barrabravas" no son aficionadios sino grupos de delincuentes
profesionales, asociados para ilícitos, maffias)
pero expresivo fanatismo ante el resultado de un patido de su equipo. En Ecuador son "hinchas". En
Uruguay también. Parece que se originó ahí la palabra, ya que cada equipo tenía su utilero, o sea el
hombre de la logística. Llevaba la ropa, camisetas, pantalonetas, polines, vendas, suspensorios,
calzado. Los recogía. Los lavaba y planchaba. Los distribuía. Además, en los tiempos anteriores a los
balones con válvulas, era quien llenaba, insuflando de aire las vejigas o "bleris" de caucho que iban
dentro del cuero cosido a mano, Es decir "hinchaba" los balones. En una maniobra rápida y hábil,al
sentirlos llenos y duros, torcía el tubito que servía de boquilla, la "tripa". La doblaba y amarraba con
una cabuya fina o piola, firmemente para evitar que la pelota se desinfle. La metía en la cámara de
de cuero, Y la cubría con un rombo del mismo material, que aquí se llamaba poncho, por nuestra
ruana tradicional. En un abrir y cerrar de ojos. El humilde y anónimo empleado del club, que no era
conocido, ni levantado en hombros en una final de triunfo, y que podía substituído sin que ningún afi-
cionado se diera cuenta de su ausencia, era al parecer el más entusiasta de ellos, que alentaba a su
equipo, gritando vivas a "todo pulmón". Era el "hincha pelotas". Importantísimo e invisible.
Cuando su equipo pierde, el aficionado abandona el estadio, lentamente, masculla pestes contra los
jugadores, contra el entrenador, de hecho contra el árbitro. Practica el hipotético "si es que...",
Medita soluciones. Busca culpables. Y nada de eso mitiga su tristeza. Llega a casa silencioso
y no habla de fútbol por lo menos tres o cuatro días. Lo más deshinividos lloran. Desdeñan las
noticias deportivas. Sólo ponen música en la radio.El jueves, renace tibiamente la esperanza ,de la
revancha deseada. Filosofan. "Esto es fútbol y el fútbol se cura con fútbol."
Cuando ganan, más si es a un rival clásico, por goleada, o mejor aún en el último minuto, tras
remontar un marcador adverso, se suben al carro de la victoria. Se incluyen. No juegan , Pero
dicen "ganamos". Corren al automóvil y van de emisora en emisora, oyendo comentarios, entrevistas,
hasta de la radio ("hinchas con micrófono") que está con el rival vencido. Y se solazan con su penar
igual que ellos penaron la semana pasada. llegan alegres a casa y corren a ver en la televisión los
goles que ya vieron en la cancha, en todos los canales. Sus hijos no les hacen caso ,pero las cónyuges
les reconvienen. ¿No viste eso ya en el estadio? ¿O en el otro canal? Impertérritos siguen con su
deleite , que raya en la obsesión pero sólo es el "circo".
Y la semana siguiente vendrá otra incertidumbre. Porque el fútbol es pasión. La tristeza o el goce
en la pasión son intensos, mas fugaces.
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