sábado, 31 de agosto de 2013

LECCION BASICA

Señor Presidente:

He escuchado con paciencia su sabatina de hoy.

Los sofismas repetidos, trillados y gastados.

El tono que usted pretende y cree que es  de agudo sarcasmo, pero en realidad es burdamente burlón.

La ligereza con que acusa,  resguardado  tras todo ese autoritarismo forjado que lo protege  y le permite

una impunidad indigna, desacredita, insulta, remeda,  injuria calumniosamente al que le viene en gana,

llegó al punto de su incidente con Jaime Guevara , que le hizo una mala seña.

Tiene razón al decir que no es admisible que un alumno le falte el respeto a su profesor, que un hijo le falte el

respeto a su padre. Pero como casi siempre se queda en la epidermis. Si un profesor irrespeta a un alumno,

qué le está enseñando? a irrespetar. Si un padre no respeta a su hijo, cómo lo está educando? Que valores

le transmite? Cuan corresponsable es de esa carencia de valores y civilidades?

Por si alguien no lo sabe, Jaime Guevara es abstemio y no consume substancias psicotrópicas.

Su beligerancia patológica provoca esas reacciones.

Y no todos le tenemos miedo. Ni a usted ni a su guardia pretoriana, nutrida por cierto.

Y mentir es un error.

Me permito darle una lección de vida que yo he aprendido y trato de practicar con rigor:

PARA SER RESPETABLE, HAY QUE SER RESPETUOSO.

martes, 27 de agosto de 2013

LOS GATOS : LOS AMAS O LOS ODIAS: A ELLOS NO LES IMPORTA

El gato que caminaba solo
 [Cuento infantil. Texto completo]
 Rudyard Kipling


Sucedieron estos hechos que voy a contarte, oh, querido mío, cuando los animales domésticos eran salvajes. El Perro era salvaje, como lo eran también el Caballo, la Vaca, la Oveja y el Cerdo, tan salvajes como pueda imaginarse, y vagaban por la húmeda y salvaje espesura en compañía de sus salvajes parientes; pero el más salvaje de todos los animales salvajes era el Gato. El Gato caminaba solo y no le importaba estar aquí o allá.  
También el Hombre era salvaje, claro está. Era terriblemente salvaje. No comenzó a domesticarse hasta que conoció a la Mujer y ella repudió su montaraz modo de vida. La Mujer escogió para dormir una bonita cueva sin humedades en lugar de un montón de hojas mojadas, y esparció arena limpia sobre el suelo, encendió un buen fuego de leña al fondo de la cueva y colgó una piel de Caballo Salvaje, con la cola hacia abajo, sobre la entrada; después dijo: 

-Límpiate los pies antes de entrar; de ahora en adelante tendremos un hogar. 

Esa noche, querido mío, comieron Cordero Salvaje asado sobre piedras calientes y sazonado con ajo y pimienta silvestres, y Pato Salvaje relleno de arroz silvestre, y alholva y cilantro silvestres, y tuétano de Buey Salvaje, y cerezas y granadillas silvestres. Luego, cuando el Hombre se durmió más feliz que un niño delante de la hoguera, la Mujer se sentó a cardar lana. Cogió un hueso del hombro de cordero, la gran paletilla plana, contempló los portentosos signos que había en él, arrojó más leña al fuego e hizo un conjuro, el primer Conjuro Cantado del mundo. 

En la húmeda y salvaje espesura, los animales salvajes se congregaron en un lugar desde donde se alcanzaba a divisar desde muy lejos la luz del fuego y se preguntaron qué podría significar aquello. 

Entonces Caballo Salvaje golpeó el suelo con la pezuña y dijo: 

-Oh, amigos y enemigos míos, ¿por qué han hecho esa luz tan grande el Hombre y la Mujer en esa enorme cueva? ¿cómo nos perjudicará a nosotros? 

Perro Salvaje alzó el morro, olfateó el aroma del asado de cordero y dijo: 
-Voy a ir allí, observaré todo y me enteraré de lo que sucede, y me quedaré, porque creo que es algo bueno. Acompáñame, Gato.  

-¡ Ni hablar! -replicó el Gato-. Soy el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. No pienso acompañarte.  

-Entonces nunca volveremos a ser amigos -apostilló Perro Salvaje, y se marchó trotando hacia la cueva. 

Pero cuando el Perro se hubo alejado un corto trecho, el Gato se dijo a sí mismo: 

-Si no me importa estar aquí o allá, ¿por qué no he de ir allí para observarlo todo y enterarme de lo que sucede y después marcharme?


De manera que siguió al Perro con mucho, muchísimo sigilo, y se escondió en un lugar desde donde podría oír todo lo que se dijera. 

Cuando Perro Salvaje llegó a la boca de la cueva, levantó ligeramente la piel de Caballo con el morro y husmeó el maravilloso olor del cordero asado. La Mujer lo oyó, se rió y dijo: 

-Aquí llega la primera criatura salvaje de la salvaje espesura. ¿Qué deseas? 

-Oh, enemiga mía y esposa de mi enemigo, ¿qué es eso que tan buen aroma desprende en la salvaje espesura? -preguntó Perro Salvaje. 

Entonces la Mujer cogió un hueso de cordero asado y se lo arrojó a Perro Salvaje diciendo: 

-Criatura salvaje de la salvaje espesura, si ayudas a mi Hombre a cazar de día y a vigilar esta cueva de noche, te daré tantos huesos asados como quieras. 

-¡Ah! -exclamó el Gato al oírla-, esta Mujer es muy sabia, pero no tan sabia como yo. 

Perro Salvaje entró a rastras en la cueva, recostó la cabeza en el regazo de la Mujer y dijo: 

-Oh, amiga mía y esposa de mi amigo, ayudaré a tu Hombre a cazar durante el día y de noche vigilaré vuestra cueva.

-¡Ah! -repitió el Gato, que seguía escuchando-, este Perro es un verdadero estúpido. 

Y se alejó por la salvaje y húmeda espesura meneando la cola y andando sin otra compañía que su salvaje soledad. Pero no le contó nada a nadie. 

Al despertar por la mañana, el Hombre exclamó:  

-¿Qué hace aquí Perro Salvaje? 

-Ya no se llama Perro Salvaje -lo corrigió la Mujer-, sino Primer Amigo, porque va a ser nuestro amigo por los siglos de los siglos. Llévalo contigo cuando salgas de caza. 

La noche siguiente la Mujer cortó grandes brazadas de hierba fresca de los prados y las secó junto al fuego, de manera que olieran como heno recién segado; luego tomó asiento a la entrada de la cueva y trenzó una soga con una piel de caballo; después se quedó mirando el hueso de hombro de cordero, la enorme paletilla, e hizo un conjuro, el segundo Conjuro Cantado del mundo. 

En la salvaje espesura, los animales salvajes se preguntaban qué le habría ocurrido a Perro Salvaje. Finalmente, Caballo Salvaje golpeó el suelo con la pezuña y dijo: 

-Iré a ver por qué Perro Salvaje no ha regresado. Gato, acompáñame. 

-¡Ni hablar! -respondió el Gato-. Soy el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. No pienso acompañarte. 

Sin embargo, siguió a Caballo Salvaje con mucho, muchísimo sigilo, y se escondió en un lugar desde donde podría oír todo lo que se dijera. 

Cuando la Mujer oyó a Caballo Salvaje dando traspiés y tropezando con sus largas crines, se rió y dijo: 

-Aquí llega la segunda criatura salvaje de la salvaje espesura. ¿Qué deseas? 

-Oh, enemiga mía y esposa de mi enemigo -respondió Caballo Salvaje-, ¿dónde está Perro Salvaje? 

La Mujer se rió, cogió la paletilla de cordero, la observó y dijo: 

-Criatura salvaje de la salvaje espesura, no has venido buscando a Perro Salvaje, sino porque te ha atraído esta hierba tan rica.

Y dando traspiés y tropezando con sus largas crines, Caballo Salvaje dijo: 

-Es cierto, dame de comer de esa hierba. 

-Criatura salvaje de la salvaje espesura -repuso la Mujer-, inclina tu salvaje cabeza, ponte esto que te voy a dar y podrás comer esta maravillosa hierba tres veces al día. 

-¡Ah! -exclamó el Gato al oírla-, esta Mujer es muy lista, pero no tan lista como yo. 

Caballo Salvaje inclinó su salvaje cabeza y la Mujer le colocó la trenzada soga de piel en torno al cuello. Caballo Salvaje relinchó a los pies de la Mujer y dijo: 

-Oh, dueña mía y esposa de mi dueño, seré tu servidor a cambio de esa hierba maravillosa. 

-¡Ah! -repitió el Gato, que seguía escuchando-, ese Caballo es un verdadero estúpido. 

Y se alejó por la salvaje y húmeda espesura meneando la cola y andando sin otra compañía que su salvaje soledad. 

Cuando el Hombre y el Perro regresaron después de la caza, el Hombre preguntó: 

-¿Qué está haciendo aquí Caballo Salvaje? 

-Ya no se llama Caballo Salvaje -replicó la Mujer-, sino Primer Servidor, porque nos llevará a su grupa de un lado a otro por los siglos de los siglos. Llévalo contigo cuando vayas de caza. 

Al día siguiente, manteniendo su salvaje cabeza enhiesta para que sus salvajes cuernos no se engancharan en los árboles silvestres, Vaca Salvaje se aproximó a la cueva, y el Gato la siguió y se escondió como lo había hecho en las ocasiones anteriores; y todo sucedió de la misma forma que las otras veces; y el Gato repitió las mismas cosas que había dicho antes, y cuando Vaca Salvaje prometió darle su leche a la Mujer día tras día a cambio de aquella hierba maravillosa, el Gato se alejó por la salvaje y húmeda espesura, caminando solo como era su costumbre. 

Y cuando el Hombre, el Caballo y el Perro regresaron a casa después de cazar y el Hombre formuló las mismas preguntas que en las ocasiones anteriores, la Mujer dijo: 

-Ya no se llama Vaca Salvaje, sino Donante de Cosas Buenas. Nos dará su leche blanca y tibia por los siglos de los siglos, y yo cuidaré de ella mientras ustedes tres salen de caza. 

Al día siguiente, el Gato aguardó para ver si alguna otra criatura salvaje se dirigía a la cueva, pero como nadie se movió, el Gato fue allí solo, y vio a la Mujer ordeñando a la Vaca, y vio la luz del fuego en la cueva, y olió el aroma de la leche blanca y tibia. 

-Oh, enemiga mía y esposa de mi enemigo -dijo el Gato-, ¿a dónde ha ido Vaca Salvaje? 

La Mujer rió y respondió: 

-Criatura salvaje de la salvaje espesura, regresa a los bosques de donde has venido, porque ya he trenzado mi cabello y he guardado la paletilla, y no nos hacen falta más amigos ni servidores en nuestra cueva. 

-No soy un amigo ni un servidor -replicó el Gato-. Soy el Gato que camina solo y quiero entrar en tu cueva. 

-¿Por qué no viniste con Primer Amigo la primera noche? -preguntó la Mujer. 

-¿Ha estado contando chismes sobre mí Perro Salvaje? -inquirió el Gato, enfadado. 

Entonces la Mujer se rió y respondió: 

-Eres el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. No eres un amigo ni un servidor. Tú mismo lo has dicho. Márchate y camina solo por cualquier lugar. 

Fingiendo estar compungido, el Gato dijo: 

-¿Nunca podré entrar en la cueva? ¿Nunca podré sentarme junto a la cálida lumbre? ¿Nunca podré beber la leche blanca y tibia? Eres muy sabia y muy hermosa. No deberías tratar con crueldad ni siquiera a un gato. 

-Que era sabia no me era desconocido, mas hasta ahora no sabía que fuera hermosa. Por eso voy a hacer un trato contigo. Si alguna vez te digo una sola palabra de alabanza, podrás entrar en la cueva. 

-¿Y si me dices dos palabras de alabanza? -preguntó el Gato. 

-Nunca las diré -repuso la Mujer-, mas si te dijera dos palabras de alabanza, podrías sentarte en la cueva junto al fuego. 

-¿Y si me dijeras tres palabras? -insistió el Gato. 

-Nunca las diré -replicó la Mujer-, pero si llegara a decirlas, podrías beber leche blanca y tibia tres veces al día por los siglos de los siglos. 

Entonces el Gato arqueó el lomo y dijo: 

-Que la cortina de la entrada de la cueva y el fuego del rincón del fondo y los cántaros de leche que hay junto al fuego recuerden lo que ha dicho mi enemiga y esposa de mi enemigo -y se alejó a través de la salvaje y húmeda espesura meneando su salvaje rabo y andando sin más compañía que su propia y salvaje soledad 

Por la noche, cuando el Hombre, el Caballo y el Perro volvieron a casa después de la caza, la Mujer no les contó el trato que había hecho, pensando que tal vez no les parecería bien. 

El Gato se fue lejos, muy lejos, y se escondió en la salvaje y húmeda espesura sin más compañía que su salvaje soledad durante largo tiempo, hasta que la Mujer se olvidó de él por completo. Sólo el Murciélago, el pequeño Murciélago Cabezabajo que colgaba del techo de la cueva sabía dónde se había escondido el Gato y todas las noches volaba hasta allí para transmitirle las últimas novedades. 

Una noche el Murciélago dijo: 

-Hay un Bebé en la cueva. Es una criatura recién nacida, rosada, rolliza y pequeña, y a la Mujer le gusta mucho. 

-Ah -dijo el Gato, sin perderse una palabra-, pero ¿qué le gusta al Bebé? 

-Al Bebé le gustan las cosas suaves que hacen cosquillas -respondió el Murciélago-. Le gustan las cosas cálidas a las que puede abrazarse para dormir. Le gusta que jueguen con él. Le gustan todas esas cosas. 

-Ah -concluyó el Gato-, entonces ha llegado mi hora. 

La noche siguiente, el Gato atravesó la salvaje y húmeda espesura y se ocultó muy cerca de la cueva a la espera de que amaneciera. Al alba, la mujer se afanaba en cocinar y el Bebé no cesaba de llorar ni de interrumpirla; así que lo sacó fuera de la cueva y le dio un puñado de piedrecitas para que jugara con ellas. Pero el Bebé continuó llorando.  

Entonces el Gato extendió su almohadillada pata y le dio unas palmaditas en la mejilla, y el Bebé hizo gorgoritos; luego el Gato se frotó contra sus rechonchas rodillas y le hizo cosquillas con el rabo bajo la regordeta barbilla. Y el Bebé rió; al oírlo, la Mujer sonrío. 

Entonces el Murciélago, el pequeño Murciélago Cabezabajo que estaba colgado a la entrada de la cueva dijo: 

-Oh, anfitriona mía, esposa de mi anfitrión y madre de mi anfitrión, una criatura salvaje de la salvaje espesura está jugando con tu Bebé y lo tiene encantado. 

-Loada sea esa criatura salvaje, quienquiera que sea -dijo la Mujer enderezando la espalda-, porque esta mañana he estado muy ocupada y me ha prestado un buen servicio. 

En ese mismísimo instante, querido mío, la piel de caballo que estaba colgada con la cola hacia abajo a la entrada de la cueva cayó al suelo... ¡Cómo así!... porque la cortina recordaba el trato, y cuando la Mujer fue a recogerla... ¡hete aquí que el Gato estaba confortablemente sentado dentro de la cueva! 

-Oh, enemiga mía, esposa de mi enemigo y madre de mi enemigo -dijo el Gato-, soy yo, porque has dicho una palabra elogiándome y ahora puedo quedarme en la cueva por los siglos de los siglos. Mas sigo siendo el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. 

Muy enfadada, la Mujer apretó los labios, cogió su rueca y comenzó a hilar. 

Pero el Bebé rompió a llorar en cuanto el Gato se marchó; la Mujer no logró apaciguarlo y él no cesó de revolverse ni de patalear hasta que se le amorató el semblante. 

-Oh, enemiga mía, esposa de mi enemigo y madre de mi enemigo -dijo el Gato-, coge una hebra del hilo que estás hilando y átala al huso, luego arrastra éste por el suelo y te enseñaré un truco que hará que tu Bebé ría tan fuerte como ahora está llorando. 

-Voy a hacer lo que me aconsejas -comentó la Mujer-, porque estoy a punto de volverme loca, pero no pienso darte las gracias.  

Ató la hebra al pequeño y panzudo huso y empezó a arrastrarlo por el suelo. El Gato se lanzó en su persecución, lo empujó con las patas, dio una voltereta y lo tiró hacia atrás por encima de su hombro; luego lo arrinconó entre sus patas traseras, fingió que se le escapaba y volvió a abalanzarse sobre él. Viéndole hacer estas cosas, el Bebé terminó por reír tan fuerte como antes llorara, gateó en pos de su amigo y estuvo retozando por toda la cueva hasta que, ya fatigado, se acomodó para descabezar un sueño con el Gato en brazos. 

-Ahora -dijo el Gato- le voy a cantar A Bebé una canción que lo mantendrá dormido durante una hora. 

Y comenzó a ronronear subiendo y bajando el tono hasta que el Bebé se quedó profundamente dormido. contemplándolos, la Mujer sonrió y dijo: 

-Has hecho una labor estupenda. No cabe duda de que eres muy listo, oh, Gato. 

En ese preciso instante, querido mío, el humo de la fogata que estaba encendida al fondo de la cueva descendió desde el techo cubriéndolo todo de negros nubarrones, porque el humo recordaba el trato, y cuando se disipó, hete aquí que el Gato estaba cómodamente sentado junto al fuego. 

-Oh, enemiga mía, esposa de mi enemigo y madre de mi enemigo -dijo el Gato-, aquí me tienes, porque me has elogiado por segunda vez y ahora podré sentarme junto al cálido fuego del fondo de la cueva por los siglos de los siglos. Pero sigo siendo el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. 

Entonces la Mujer se enfadó mucho, muchísimo, se soltó el pelo, echó más leña al fuego, sacó la ancha paletilla de cordero y comenzó a hacer un conjuro que le impediría elogiar al Gato por tercera vez. No fue un Conjuro Cantado, querido mío, sino un Conjuro Silencioso; y, poco a poco, en la cueva se hizo un silencio tan profundo que un Ratoncito diminuto salió sigilosamente de un rincón y echó a correr por el suelo. 

-Oh, enemiga mía, esposa de mi enemigo y madre de mi enemigo -dijo el Gato-, ¿forma parte de tu conjuro ese Ratoncito? 

-No -repuso la Mujer, y, tirando la paletilla al suelo, se encaramó a un escabel que había frente al fuego y se apresuró a recoger su melena en una trenza por miedo a que el Ratoncito trepara por ella. 

-¡Ah! -exclamó el Gato, muy atento-, entonces ¿el Ratón no me sentará mal si me lo zampo?

-No -contestó la Mujer, trenzándose el pelo-; zámpatelo ahora mismo y te quedaré eternamente agradecida.

El Gato dio un salto y cayó sobre el Ratón. 

-Un millón de gracias, oh, Gato -dijo la Mujer-. Ni siquiera Primer Amigo es lo bastante rápido para atrapar Ratoncitos como tú lo has hecho. Debes de ser muy inteligente. 

En ese preciso instante, querido mío, el cántaro de leche que estaba junto al fuego se partió en dos pedazos... ¿Cómo así?... porque recordaba el trato, y cuando la Mujer bajó del escabel... ¡hete aquí que el Gato estaba bebiendo a lametazos la leche blanca y tibia que quedaba en uno de los pedazos rotos! 

-Oh, enemiga mía, esposa de mi enemigo y madre de mi enemigo -dijo el Gato-, aquí me tienes, porque me has elogiado por tercera vez y ahora podré beber leche blanca y tibia tres veces al día por los siglos de los siglos. Pero sigo siendo el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. 

Entonces la Mujer rompió a reír, puso delante del Gato un cuenco de leche blanca y tibia y comentó: 

-Oh, Gato, eres tan inteligente como un Hombre, pero recuerda que ni el Hombre ni el Perro han participado en el trato y no sé qué harán cuando regresen a casa. 

-¿Y a mi qué más me da? -exclamó el Gato-. Mientras tenga un lugar reservado junto al fuego y leche para beber tres veces al día me da igual lo que puedan hacer el Hombre o el Perro.

Aquella noche, cuando el Hombre y el Perro entraron en la cueva, la Mujer les contó de cabo a rabo la historia del acuerdo, y el Hombre dijo: 

-Está bien, pero el Gato no ha llegado a ningún acuerdo conmigo ni con los Hombres cabales que me sucederán. 

Se quitó las dos botas de cuero, cogió su pequeña hacha de piedra (y ya suman tres) y fue a buscar un trozo de madera y su cuchillo de hueso (y ya suman cinco), y colocando en fila todos los objetos, prosiguió: 

-Ahora vamos a hacer un trato. Si cuando estás en la cueva no atrapas Ratones por los siglos de los siglos, arrojaré contra ti estos cinco objetos siempre que te vea y todos los Hombres cabales que me sucedan harán lo mismo. 

-Ah -dijo la Mujer, muy atenta-. Este Gato es muy listo, pero no tan listo como mi Hombre. 

El Gato contó los cinco objetos (todos parecían muy contundentes) y dijo: 

-Atraparé Ratones cuando esté en la cueva por los siglos de los siglos, pero sigo siendo el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. 

-No será así mientras yo esté cerca -concluyó el Hombre-. Si no hubieras dicho eso, habría guardado estas cosas (por los siglos de los siglos), pero ahora voy arrojar contra ti mis dos botas y mi pequeña hacha de piedra (y ya suman tres) siempre que tropiece contigo, y lo mismo harán todos los Hombres cabales que me sucedan. 

-Espera un momento -terció el Perro-, yo todavía no he llegado a un acuerdo con él -se sentó en el suelo, lanzando terribles gruñidos y enseñando los dientes, y prosiguió-: Si no te portas bien con el Bebé por los siglos de los siglos mientras yo esté en la cueva, te perseguiré hasta atraparte, y cuando te coja te morderé, y lo mismo harán todos los Perros cabales que me sucedan. 

-¡Ah! -exclamó la Mujer; que estaba escuchando-. Este Gato es muy listo, pero no es tan listo como el Perro. 

El Gato contó los dientes del Perro (todos parecían muy afilados) y dijo: 

-Me portaré bien con el Bebé mientras esté en la cueva por los siglos de los siglos, siempre que no me tire del rabo con demasiada fuerza. Pero sigo siendo el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá. 

-No será así mientras yo esté cerca -dijo el Perro-. Si no hubieras dicho eso, habría cerrado la boca por los siglos de los siglos, pero ahora pienso perseguirte y hacerte trepar a los árboles siempre que te vea, y lo mismo harán los Perros cabales que me sucedan. 


A continuación, el Hombre arrojó contra el Gato sus dos botas y su pequeña hacha de piedra (que suman tres), y el Gato salió corriendo de la cueva perseguido por el Perro, que lo obligó a trepar a un árbol; y desde entonces, querido mío, tres de cada cinco Hombres cabales siempre han arrojado objetos contra el Gato cuando se topaban con él y todos los Perros cabales lo han perseguido, obligándolo a trepar a los árboles. Pero el Gato también ha cumplido su parte del trato. Ha matado Ratones y se ha portado bien con los Bebés mientras estaba en casa, siempre que no le tirasen del rabo con demasiada fuerza. Pero una vez cumplidas sus obligaciones y en sus ratos libres, es el Gato que camina solo y a quien no le importa estar aquí o allá, y si miras por la ventana de noche lo verás meneando su salvaje rabo y andando sin más compañía que su salvaje soledad... como siempre lo ha hecho.

FIN

viernes, 23 de agosto de 2013

EL MAGO DE OZ

Cual de los personajes está al mando del barco? Será el Espantapájaros sin cerebro, será el Hombre de

hojalata sin corazón, o será EL REY LEON COBARDE. Y yo que algún momento creí que en este

"nuevo país", se venía un cambio. Que íbamos a dejar de hecharle la culpa a los demás, y aprender a

asumir la responsabilidad de nuestras propias decisiones dejando el lamento eterno y el lloriqueo de que

la culpa es del Imperio del Mal, del "Primer Mundo hipócrita", de los otros. Nada ha cambiado.

Los necios siguen confundiendo valores y precios. El discurso doble, el plan B para justificar el que

"tenemos que acabar con la Naturaleza, para continuar este frenético desarrollismo, adicto al consumo

y que necesitamos petrodólares para salvar a los pobres de la pobreza con las dádivas del clientelismo

populista". Escuela de mendigos. Falsos redentores.

"Todo tiene su final,

nada dura para siempre,

y debemos comprender,

que no existe eternidad"

canta Willy Colón.

Comienzan a crujir las grietas, y cuando el barco se hunda, las ratas lo abandonarán.

Y aquí no hay Mago de Oz porque no hay sentido de autocrítica. Se confunde al fanfarrón, con el bravo.

Espero que por lo menos atrapen a una.

lunes, 19 de agosto de 2013

EL BURGOMAESTRE MINIMO Y SU SONRISA CLASICA

Eficiente para solucionar el tránsito vehicular

Oportuno para mantener el trole

Constructor de puentes invisibles

Con su sonrrisa esbirricomisteriosa

Noble para aceptar la culpa de sus antecesores

Pequeño hombre de ideotas grandes

Futurista arquitecto del metro submarino amarillo

Idealista ciclico vial

Más cobrador que el sherif de Nothingham

Que más podemos pedir  para la cara de Dios

Que más podemos esperar de este médico-duende

que además está convencido de que es la última coca cola en el desierto.

Por el verdor fresco del ecológico Parque Bicentenario con el que se lució

miércoles, 14 de agosto de 2013

LAS ISLAS ; EL MAR ;Y EL CAPITAN

A mil kilómetros al Occidente de nuestro litoral. y disperso por la linea ecuatorial, se desparrama un archi-

piélago de islas jóvenes, volcánicas. Son la parte que se ha levantado caprichosa y mágica , brotando en un

punto del Pacífico como catarsis del calor del centro de la Tierra. Los elementos Agua, Fuego, Tierra y

Viento  se conjugan en una asombrosa demostración de belleza que la naturaleza nos regala.

La corriente que baja cálida desde Panamá  al Norte, y que condujo a Tomás de Berlanga por equivo-

cación a aquellas islas inhóspitas, de lava petrificada, con miles de saurios, dragones que expelían sal por la

nariz, inmóviles e indiferentes, sin agua dulce, le hicieron dejarlas pensando que eso era una advertencia

de Dios de como sería el infierno para los impíos. Por el Sur corrientes frías del lejano antártico, la corriente

fría de Humboldt, corría paralela a la del Norte, para determinar una biodiversidad única, singular.

Blanquísimas arenas lamidas por aguas cristalinas, ora verdes en las playas, ora azules com topacio, para

adentro, como vitrinas donde conviven animales distintos, con un respeto natural y equilibrado, tiburones

mansos, tortugas gigantescas que nadan o se refugian en las colinas que se levantan en algunas islas.

Aves  como las fragatas, los piqueros de patas azules, los albatros, los pelícanos, los gavilanes.

Los mamíferos, lobos marinos desparramados inmutables , durmiendo al sol don de les da ganas, in-

diferentes al paso de la gente , con pequeñas lagartijas que se alimentan de los fastidiosos moscos,

el plancton, los cardúmenes de peces atornasalados, las alucinantes mantarrayas, me harían pensar que eso

mas bien estaría regentado por Francisco de Asís. Totalmente alejado del averno.

El sol, brilla sobre ese basalto volcánico negro y tunelizado.

Eso hay que conocerlo. caminarlo, nadarlo.

En una motonave confortable donde la tripulación se destaca por su gentileza, con un viejo rockero, timonel

curtido por los años de salitre de navegante nórdico de la Flota Grancolombiana, los guías, los pangueros,

los bar-men, el gerente hotelero barcelonista y simpático, el führer Ramiro cuidando del orden y la seguridad

Y todos. Bondadosos. Anfitriones cálidos.

Su Capitán, un hombre joven, distinguido, escritor de cuentos. De liderazgo sobrio y justo.

Como dijo García Marquez, "Hay que vivir para contarlo"



APRENDIENDO A CONJUGAR EL VERBO PERDER

Parece que no tener "éxito", está proscrito en esta sociedad que no acepta perdedores. En Estados Unidos

ser un "loser", o sea un "perdedor", convierte a la persona casi en un paria.

Ese es para mi un error conceptual, con el que no concuerdo. Realizarse en la vida es encontrar un camino

muy personal, que no puede uniformizarse.

Veamos un ejemplo de moda.

¡ La Liga no gana !. Dennos la cabeza de Bauza. ( Me recuerda a la muchedumbre que recibe un domingo a

Jesucristo , entre ramos, triunfal y redentor, y lo crucifica al siguiente  domingo.

A los jugadores no les pesa la camiseta de Liga. A la Liga le pesa la Copa Libertadores que ganó, y que la

gente cree que le obliga a ganar siempre. Y no sólo a ganar! A ganar, gustar y golear.

Esto desespera a la dirigencia (el Negro Paz, no, porque la experiencia, hoy vilipendiada, sirve). ,al

entrenador, cuya renuncia serviría como válvula de escape para una hinchada que insulta pero no apoya,

no aporta ni con su asistencia al estadio, y que se permite hasta levantar sospechas de la honestidad de per-

sonas que le han dado al equipo institucionalidad, solvencia, manejo transparente, balance financiero,in-

fraestuctura, patrimonio, estabilidad, y esfuerzo. Y desespera a los jugadores. Parece que estamos en tiempos

de intolerancia, de mendigos con escopeta, con la endeble justificación de que un juego como el fútbol es "pa-

sión". Y desespera a los jugadores. Y hay un círculo vicioso, como en el diario vivir, donde hay fobia por

lo que se les puede ocurrir como "fracaso". Hay que aprender a conjugar el verbo perder. Es parte de la

vida. Y recordar a Galeano que oyó pasar a un grupo de muchachos cantando "ganamos, perdimos, igual

nos divertimos.

martes, 6 de agosto de 2013

EL VUELO DEL ENOLA

El 6 de Agosto de 1945 ocurrió un infamante hecho. El causante: El hombre: Hecho a imagen y semejanza

de Dios. Ese barro que recibió el soplo divino. La guerra. La muerte. Quien gana?

El padre de Joan Baez era un físico mexicano de quilates, residente en Estados Unidos. Tal era su nivel

técnico, que fue invitado a participar en el proyecto Manhattan. Tal era su valor ético, que se negó dadas

las consecuencias que traería. De ahí la voz magnífica de su nieta, hija de Joan, denigrando a Bush con las " Dixie chicks", grupo musical tildado entonces de antipatriota.

 

Me permito que busquen en este blog "la rosa de Hiroshima", escrita por Vinicius de Moraes y cantada por

por Ney Mattogrosso. No se por qué no tiene visitas ese blog. Es solo una recomendación.

Gracias

sábado, 3 de agosto de 2013

MORIRA SIN ESTATUA

Ayer, después de escribir una nota, que revisándola, tenía un estilo dramático-tropical que me recordó al

poeta Roberto Bonafont. Cuando descifro sus palabras como disparo de metralla, no me disgustan, aunque

bordeen a veces cierta cursilería. Pero al que no le guste, que no juzgue. Que diga o escriba algo mejor.

Pero viendo el noticiero, ví como entrevistaban al primer hijo de Christian que tenía once años. Y era otro

huérfano, porque nadie puede ser un padre responsable a los 16 años. No es crítica. Pero pienso que las

repercusiones de esas tortuosas relaciones se repiten. Y a veces pienso que es fatal,  y entiendo mejor a

García Márquez en el cierre de su obra magna cuando acaba "Sin embargo, antes de llegar al verso final ya

había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos

(o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en

que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible

desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una

segunda oportunidad sobre la tierra."

El primogénto del "chucho" Benítez tiene un corte de cabello idéntico al de su padre, tiene 11 años, y ya

está inscrito en la categoría "sub-12" de El Nacional..

Se repito un círculo infinito e infamante?

viernes, 2 de agosto de 2013

¿QUE MATÓ A CHRISTIAN BENÍTEZ?

Ante la brutalmente inesperada muerte de un hombre joven y fuerte, más aun, un atleta de alto rendimiento

a quien consumimos diariamente en los periódicos, en la televisión, en "la trata de futbolistas", en el comen-

tario entre amigos, nos quedamos paralizados, estupefactos ( de estupor, bajo estado de alerta de

conciencia, término del cual también se deriva la palabra estúpido) y no podemos creerlo, digerirlo, aceptar-

lo. (Siempre o con mucha frecuencia tenemos dificultad para aceptar la muerte, cualquiera sea la circunstan-

cia, a pesar que es la continuación de la vida).

Entonces comenzamos con un deporte que es la especulación.

Que fue una apendicitis que llevó a una peritonitis, que llevó a una infección generalizada que mató a nuestro

héroe.Que no fue atendido a tiempo por el idioma. Que los qataríes tienen petrodólares pero no

conocimientos. Que pudo ser un golpe que le produjo un aneurisma disecante de aorta que lo fulminó.

Que tenía un extraño trastorno cardíaco que se ocultó aun en los más sofisticados exámenes, para em-

boscarlo agazapado, en un momento inesperado, y a traición.

Hay mentes menos agudas que aventuran verdades de perogrullo, solemenes, como nuestro inefable

Lucho Chiriboga Acosta, quien pontifica arrastrando las erres con más saña que a los alfaro, y dice

"El Chucho Benítez estaba predestinado a morir, para decirlo en palabras sencillas". Brujo. Todos nacemos

y estamos por tanto predestinados a morir. Borges lo dijo con elegancia " Lo dijo el sabio Merlín/ morir

es haber nacido". Solo que algunos si que demoran. Bucarám  dice ,no estupefacto, sino estúpido, no des-

confío de los médicos ecuatorianos, pero la autopsia estaba mal echa. : Muy bien. Que la haga él. Estoy

seguro que yo no confío en sus conocimientos médicos.

Lo más probable es que llegando pocos días antes  a Qatar, tras un viaje tan largo. Sin siquiera regular

el reloj biológico. Se somete a propio  pedido tras apenas 5 entrenamientos, a jugar 45 extenuantes mi-

nutos bajo el sol inclemente del desierto. Se deshidrata. Se descompensa. A pesar de su salud, fuerza y

juventud sufre un gran infarto de la cara baja del corazón, que apoyada sobre el diafragma da dolor de ab-

domen, se encharcan los pulmones, con la sangre que ya no circula por el daño cardíaco y la vida se

extingue.

Sin lesión previa, exceptuando que ese niño alegre , travieso ,bien dotado para el fútbol, que no quería estu-

diar en el Spellman. (quién quiere estudiar a esa edad?), y huérfano por un padre que no asumió, una madre

que tuve que irse a trabajar, quien sabe en que trabajo mal calificado en Italia, dejándolo huérfano con una

tía, carente de afecto pero no de bondad, con ojos redondos y sin pizarrón, aprende la vida y aprende el

dolor. Es el chico que no corre tras un balón sino huyendo de esa realidad, de la que tampoco tienen culpa

sus padres empujados al barranco igual que él. Tras una tortuosa negociación, y enfrentando como niño

yuntero, a los golpes destinado, el duro oficio de gladiador, acosado por la licuadora impía del éxito

popular, que hoy lo endiosa y mañana lo crucifica por fallar algunos goles en la selección, sólo en la

arena ensangrentada del circo romano en que vivimos, para soñar que en tres años rescatará a su madre

y nunca volverán a ser pobres.Y quiere identificarse con su corte de cabello. y demostrar sus destrezas,

y demostrar porque fue contratado en tanto dinero.

Prefiero verlo pidiéndole una moneda para el bus a su entrenador, para irse feliz compartiendo un bolo y un

pan con un amigo, sacándose la camiseta al meter un gol, castigado con tarjeta amarilla y condenado por,

su inmadurez, de no mostrar el auspiciante cuando las cámaras lo enfocan. Por demostrar euforia.

Poderoso caballero don dinero.

A donde se fué? No se. La vida a pesar de ruda con él, sigue siendo finita. No fina. Prefiero verlo irse com-

partiendo con su amigo la alegría, el bolo y el pan, a cualquier lado donde no haya tarjetas amarillas.