domingo, 6 de noviembre de 2022

6 DE ABRIL DEL 2022


Sería una fecha aleatoria o sería lo que dijo Cabrera Infante: "Abril es el mes más cruel"

Lo cierto es que se nos fue.




Nadie podrá olvidar su cortesía.

Era la primera, la no buscada cifra,

De un alma clara como el día.

Su honradez, y honestidad brillaban en un espacio que en estos tiempos se mantiene obscuro casi siempre.

Su inteligencia diáfana y rápida, generosa, amplia y sencilla,

Sobresalía en un mundo cada vez más laberíntico y encerrado en si mismo.

He tenido la suerte de ser pupilo, y amigo del maestro Mario Chancay. Crecí al lado de él  manabita sincero, que me enseñó a amar la ciencia blancardina (Así se refería Mario al oficio, en las palabras de Eugenio Espejo), en torno al hombre en su dimensión. Era el principio ,  y el fin de nuestros esfuerzos, de la aplicación de la ordenada lógica , de la memoria, a veces vilipendiada .

Y de la empatía sincera que nos conectaba, entre nosotros, con el paciene y con nuestro prójimo.

Era un profesor entregado, que nos regaló su tiempo, para dejarnos descubrir una forma exacta de vivir espacio y tiempo con    ganas, con alegría.

Los sábados sacrificaba sus mañanas, para enseñarnos en la práctica del

Hospital Pablo Arturo Suárez.

Y las clases en el Hospital del Seguro Social acabaron siendo el nacimiento de una amistad entrañable que se mantuvo hasta ahora.

Se reforzó en el H.C.A.M. donde roté por Neumología, y gracias a su estímulo me inclinó, una vez graduado, a seguir esa especialidad.

Cuando estaba haciendo mi post-grado, fue una alegría enorme estar con él en Rio de Janeiro, done compartimos un congreso. Largas horas ,libres de lo académico, compartimos mientras compraba zapatos en la   “rua Barato-Ribeiro” para sus familiares, llevando una carpeta, con unas hojas en las que había dibujado, minuciosamente, el entorno de los pies de cada una de sus hermanas y esposa , para no equivocar la talla y forma  de los mismos. Los placeres de la carne en las churrascarías de espeto corrido, famosas en Brasil, o caminar tranquilamente conversando de “la vida, que es más, “ como solía decirme.

En Buenos Aires, después de caminar por el empedrado Barrio de San Telmo ,emocionados porque leímos en un rótulo , que la calle llevaba el nombre de” Hermanos Finocchieto”, precursores de la neumología, disfrutábamos del calor del sol, y de un refrescante helado, para desembocar en la Tienda de Libros de Alberto Casares, en Suipacha y Lavalle, donde pasábamos horas leyendo y conversando con el dueño, que era  amigo de Borges y que se quejaba de María Kodama.

Su vasta curiosidad, su capacidad sensible, lo impulsaba a leer y disfrutar de la lectura, a tener conceptos claros, siendo coherente con estos, ante el transcurso y los avatares de la política nacional, y lleno de deliciosas anécdotas que hicieron que el tiempo que compartimos, siempre pareciese corto.

Sabio confidente, de las cosas del oficio y de la vida, discreto y prudente, no le emocionaban los cantos de sirenas, ni los oropeles, ni hacer de su oficio un camino a la glotonería mundana, ni a la fama que desdeñaba.

Su familia, sus pacientes, sus amigos y nuestro país hemos perdido un esposo, un padre, un médico y un amigo irrepetible, de aquellos con que rara vez la vida nos regala.

Hemos de guardarle gratitud, hemos de recoger sus enseñanzas y continuar la vida con su ausencia física, pero llena del espíritu que nos infundió.

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

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