Mientras la espuma del mar llegaba mansa, mojando los pies descalzos del joven pescador,que jalaba
su canoa hasta la orilla, con sus manos nudosas , fuertes y frunciendo los párpados cobrizos,
colocándose la mano izquierda, y usándola como visera, pudo ver la figura de un turista con facha de
extranjero, cubierto por un sombrero de tela , que también lo veía a través de sus anteojos parasoles,
y lo saludaba con la mano.
Acabó de arrastrar el botecito hasta la arena dura, húmeda y apisonada. Recogió la red llena de
pescados que brillaban a la luz del sol, y los arrimó a la sombra de la canoa.
Se sacudió las manos y las pasó por la camiseta. Se acercó al gringo, el turista y lo saludó sonriendo.
El encuentro fue amable y comenzaron un diálogo. El gringo hablaba bien español. con acento
marcado de extranjero del norte, pero bien.
-Cómo está? le dijo. Cuántas horas pesca al día?
- Como tres o cuatro horas al día.Le respondió el joven.
-Sólo tres horas? exclamó el gringo. ¿Y el resto del tiempo que hace?
-Me levanto tranquilo y desayuno con la familia. Mandamos a los niños a la escuela. Y vengo a
pescar. Hay buena pesca. Después recojo mi atarraya con la pesca del día. Paso dejándola por el
mercado, y llevo 3 ó 4 pescados a la casa. Mi mujer cocina el almuerzo y yo juego con los niños que
ya llegan a la casa. Almorzamos. Duermo una siesta con mi mujer. Me levanto. Tomo una ducha y a
la nochecita voy a tomar un par de cervezas con mis amigos. Y regreso como a las diez de la noche a
acostarme.
-Pero si usted pescase 8 ó 9 horas al día en un par de años tendría dos botes más grandes, contrataría
ayudantes y crearía una pequeña empresa! Sugirió el gringo.
- Y para que?
-Para crecer. Crecería la Empresa. Podría extenderse a otras costa , a otros puertos.
- Y para qué?
-Para hacer una transnacional!
-Y para qué?
-Para cotizar en la bolsa de valores y hacerse rico.
- Y para qué?
Para que a los 65 años o 70 años, pueda supervisar un rato las empresas, descansar, estar con su
familia y tomarse un par de cervezas con los amigos y vivir tranquilo.
- Pero para qué si eso lo hago ahora los 30, y estoy tranquilo aquí conversando con Usted.
- Es verdad dijo el gringo, algo sorprendido. No se por qué no lo pensé.
- Ahora, me disculpa mister, pero voy a dejar el pescado fresco al mercado. Se estrecharon las
manos, y el pescador se fue tarareando una canción con la red llena de pescado al hombro,
No llevaba prisa.
- El gringo le hizo una seña con la mano para despedirse.
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