jueves, 22 de diciembre de 2016

EL GRINGO, EL JOVEN , Y EL MAR:

Mientras la espuma del mar llegaba mansa, mojando los pies  descalzos del joven pescador,que jalaba

su canoa hasta la orilla, con sus manos nudosas , fuertes y frunciendo los párpados cobrizos,

colocándose la mano izquierda, y usándola como visera, pudo ver la figura de un turista con facha de

extranjero, cubierto por un sombrero de tela , que también lo veía a través de sus anteojos parasoles,

y lo saludaba con la mano.

Acabó de arrastrar el botecito hasta la arena dura, húmeda y apisonada. Recogió la red llena de

pescados que brillaban a la luz del sol, y los arrimó a la sombra de la canoa.

Se sacudió las manos y las pasó por la camiseta. Se acercó al gringo, el turista y lo saludó sonriendo.

El encuentro fue amable y comenzaron un diálogo. El gringo hablaba bien español. con acento

marcado de extranjero del norte, pero bien.

-Cómo está? le dijo. Cuántas horas pesca al día?

- Como tres o cuatro horas al día.Le respondió el joven.

-Sólo tres horas? exclamó el gringo. ¿Y el resto del tiempo que hace?

-Me levanto tranquilo y desayuno con la familia. Mandamos a los niños a la escuela. Y vengo a

pescar. Hay buena pesca. Después recojo mi atarraya con la pesca del día. Paso dejándola por el

mercado, y llevo 3 ó 4 pescados a la casa. Mi mujer cocina el almuerzo y yo juego con los niños que

ya llegan a la casa. Almorzamos. Duermo una siesta con mi mujer. Me levanto. Tomo una ducha y a

la nochecita voy a tomar un par de cervezas con mis amigos. Y regreso como a las diez de la noche a

acostarme.

-Pero si usted pescase 8 ó 9 horas al día en un par de años tendría dos  botes más grandes, contrataría

ayudantes y crearía una pequeña empresa! Sugirió el gringo.

- Y para que?

-Para crecer. Crecería la Empresa. Podría extenderse a otras costa , a otros puertos.

- Y para qué?

-Para hacer una transnacional!

-Y para qué?

-Para cotizar en la bolsa de valores y hacerse rico.

- Y para qué?

Para que a los 65 años o 70 años, pueda supervisar un rato las empresas, descansar, estar con su

familia y tomarse un par de cervezas con los amigos y vivir tranquilo.

- Pero para qué si eso lo hago ahora los 30, y estoy tranquilo aquí conversando con Usted.

- Es verdad dijo el gringo, algo sorprendido. No se por qué no lo pensé.

- Ahora, me disculpa mister, pero voy a dejar el pescado fresco al mercado.  Se estrecharon las

manos, y el pescador se fue tarareando una canción con la red llena de pescado al hombro,

No llevaba prisa.

- El gringo le hizo una seña con la mano para despedirse.

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