Como no hubo una clara batalla , con épicas jornadas, héroes libertadores, o mártires mitificados,
en Brasil, descubierto accidentalmente por el portugués Alvarez Cabral en 1501, y que fue sede
del Imperio Lusitano, sino más bien una pausada transición a la época republicana, no estaba exsenta
de escaramuzas, ejércitos, y broncas, parece ser con un hombre anónimo, a diferencia del infatigable
Garibaldi, que unificó Italia, luchó en México, se casó con la uruguaya Anita Garibaldi, y se destacó
en Brasil, es decir un Ernesto Guevara antiguo e universal, pero no brasileño, había entre los comba-
tientes este anónimo ciudadano, que tenía entre otros, el oficio de sacar dientes y muelas. En
portugués "Tira dentes". En el siglo XVII los barberos eran cirujanos. Ahora en Brasil, todas las
ciudades, tienen una plaza "Tiradentes", en homenaje a los republicanos.
En mi niñez los dentistas usaban turbina de polea y pedal, Anestesia con jeringas metálicas que
tenían unos dedales para asegurarlas en las manos del odontólogo, curaban con gutapercha, una
resina que se parecía a la plastilina, y se calentaba. Se la sacaba al cabo de unos días, en que no se
sabía si se tenía más miedo al dolor de diente o muela, o a la ejecución terapéutica. Y se hacia la
calza u obturación final, que no dolía, y era una amalgama de mercurio con otro metal, que duraba
para siempre. Y te regalaban un poco de mercurio para jugar con ese platino líquido y venenoso,
de una movilidad estética y proteiforme que nos fascinaba.
Ahora eso está en los archivos de la antigüedad .
Existen turbinas supersónicas, anestesias magníficas, y técnicas increíbles como la de las
obturaciones con resinas aporcelanadas, blanqueo dental. Endodoncia, ortodoncia.
Extracciones delicadas, rayos laser, y todo por mejorar aun más.
Ahora ir al odontólogo, ya no es como ir terror ni a la guillotina. Y el molino anda bien.
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