lunes, 25 de abril de 2016

NACHA GUEVARA CANTA "VALSINHA" ORIGINAL DE CHICO BUARQUE EN ESPAÑOL:



SE RECOMIENDA LEER 4PELAGATOS.COM:(CON MINÚSCULAS) : UNA MUESTRA


http://4pelagatos.com/2016/04/23/14-carta-a-correa-que-hara-con-la-plata-presidente/

14. Carta a Correa: ¿Qué hará con la plata, Presidente?
Publicado en abril 23, 2016  en La Info  por José Hernández
Presidente,

El lenguaje no alcanza para comunicarse con usted y su gobierno. Ustedes han logrado, en estos casi diez años, que las palabras que dicen signifiquen algo distinto a aquello que hay en el diccionario. Usted, por ejemplo, habla de transparencia cuando la administración de su gobierno es de una opacidad que impresiona. Un ejemplo de centenares: no se conocen los términos de los contratos con la China ni el de Schlumberger.

Usted ha dicho –ayer lo repitió en su sabatina– que el terremoto pilló al país con liquidez. ¿Dónde está? ¿Cuánto suma? Usted habla de lo que no tiene. Dice liquidez e inmediatamente la relaciona con créditos de contingencia. Eso sí tiene: es deuda. Más deuda con el BID, la CAF y el Banco Mundial. 600 millones de dólares. “Incluso –dijo usted– pueden subir sustancialmente esos créditos de contingencia”.

Lo más curioso –lo más inquietante– lo dijo usted a renglón seguido: atacó los fondos que encontró cuando llegó al gobierno, el FEF y el Feirep. “No cumplían –dijo usted– con los objetivos de estabilización. Nos están mintiendo”. Mire usted cómo, en segundos, cumplió con tres objetivos: mintió sobre la liquidez que no tiene su gobierno. Justificó haber gastado y desaparecido los fondos de ahorro que encontró. Y convirtió en mérito seguir endeudando al país. Usted, no obstante, hizo “un llamado a la seriedad”. Esto, si no fuera tan dramático, podría hacer parte de un sketch de una ópera bufa.

Usted dice que otros países también han adoptado medidas tributarias a pesar de haber ahorrado. Es una pírrica justificación para la irresponsabilidad política cometida por su gobierno. ¿No estaban listos para encarar algún evento dramático en el Cotopaxi? Pues no tenían ni megáfonos como lo hizo saber, sin querer, Vinicio Alvarado. Decir que a pesar de los ahorros se requiere contribuciones extras, no excluye que su gobierno, además de haberse feriado todos los ingresos, quede exento de dar explicaciones al país: monto de estos impuestos, plan de inversión, transparencia en el empleo de esos recursos, auditorías…

Usted no ignora –aunque dé nuevos sentidos a las palabras– que su gobierno está bajo sospecha en cuanto al manejo de la cosa pública. Usted, que es prácticamente el único vocero, se ha encargado de sembrar todo tipo de dudas. Por ejemplo: usted dice que su gobierno es austero, cuando hay miles de ejemplos que prueban su adicción al derroche. Usted creó un Ministerio para que Freddy Ehlers medite con funcionarios en vez de que lo haga con su dinero, en su casa y con sus amigos.

Sabe que ese ministerio no sirve para nada. Por eso ha dicho que si la oposición vota por los impuestos, usted bota a Ehlers. ¡Pobre ministro! Ahora es la carta insustancial para un vil chantaje y usted lo defiende no por su impacto en la política pública, sino porque el presupuesto de su cartera es de menos de un millón por año. ¿Hasta ese miserable nivel quiere usted rebajar el debate público? ¿Un ministerio suyo que no sirve para nada y unas sabatinas donde pasea usted su ego, contra impuestos a todos los ciudadanos; algunos de los cuales empeorarán la crisis económica que el derroche gubernamental agravó?

Usted dice que enviar al señor Ehlers a meditar y comer frutas a su casa no representan ningún ahorro. Tampoco vender sus aviones. Ni acabar con las sabatinas. Ni desaparecer el ejército de troles que reclaman libertad de expresión para insultar y arrastrar a las personas que no piensan como usted. Usted lo que dice, en el fondo, es que no le importa ahorrar porque puede imponer más impuestos.

¿Le extraña, Presidente, que la gente no le crea y que hasta un banco exterior, que mide el clima del país para los inversionistas (Merrill Lynch) desconfíe de lo que hará su gobierno con el dinero recogido al amparo de esta desgracia? Mire las redes sociales: muchos creen que ustedes quieren cubrir parte del hueco fiscal con ese dinero. Usted habla de transparencia. Pues bien: dígale al país ¿cuál es exactamente el volumen del hueco fiscal? ¿Ocho mil millones? ¿Diez mil? ¿Más?

Si hay que ser serios, y es su gobierno el que no lo ha sido, ¿por qué no admite la creación de un mecanismo mixto (gobierno, oposición, técnicos y ciudadanos) que verifique cuánto se obtendrá de estos impuestos y cómo se gastará? Que esta desgracia, con centenares de muertos y miles de familias damnificadas, por lo menos sirva para que su gobierno salga de la opacidad. Ya es hora de que las palabras signifiquen lo mismo para el gobierno y para la sociedad.

sábado, 23 de abril de 2016

LAS TRES RATAS

Alfredo Pareja Diezcanseco, escribió una novela " Las tres ratas". Destacado escritor, que formó el

llamado "Grupo de Guayaquil" , Harán una nueva edición . Entre las fotos de portada que están

escogiendo han encontrado esta. ¿Qué les parece? ¿Adecuada?

LA LUNA ORIENTAL

A veces, al final del crepúsculo, al morir el día

me siento en la silla del jardín, con la mirada

clavada en el lugar donde se dibuja

el borde ya negro del horizonte, que delinea depurada

una región donde se traza la fusión de la cordillera

 con un cielo estrellado. La  noche azul  como una estría,

y entre las obscuras siluetas de las plantas , aparece blanca, inmaculada,

con una gigantesca luz redonda atravesada

la luna en el oriente, que en su lenta levantada

baña de plateado silencio este jardín,

y ahí queda  embrujada

mi mirada que refleja ese color argentinado.

No habrá lluvia al día siguiente.

Habrá sol, calor amarillo y refulgente.

La espero cada mes como se espera

el pequeño verano de la esfera.

miércoles, 20 de abril de 2016

UNA MAS; POR MINIMA QUE SEA Y......

Han pasado cuatro días desde la catástrofe. La gente, los ecuatorianos, todos, sentimos un dolor

aplastante, agobiante. Una frustración no nos deja paralizados , solamente porque una inercia de

solidaridad nos empuja a seguir buscando senderos para ayudar. Y hay una tregua. Y hay una

esperanza de encontrar su respuesta a esa llamada de unión. Pero basta un mínimo desliz, una

sabatina , un centavo más de despilfarro o de robo, para que se acabe su presencia. No amenazo, ni

advierto. La gente está muy vigilante. Basta una más .


sábado, 16 de abril de 2016

CUENTOS DE GATOS Y RATONES; RATAS Y PERICOTES (II)

En la Fiscalía General Del Estado, después de escuchar, maullidos, carreras y otros ruidos fastidiosos

se determinó con certeza que en el ático del antiguo y descuidado, (Otrora limpias oficinas de

Embajada de los EEUU) existían gatos, muchos gatos.

Entonces se procedió a maniobras para retirarlos de ahí. Se contrataron obreros, peones, señores que

hacen limpieza, ingenieros, y hasta a los bomberos, fracasando todos en sus intentos de limpieza.

Incluso un largo temblor que duró más de tres minutos, no conmovió a los felinos.

La explicaciónn es simple. Mientras hayan ratas en ese edificio, los gatos no se van a ir.


CUENTOS DE GATOS Y RATONES (I)

Un gato encuentra a diez ratones corriendo de un lado a otro.

Agil, certero e hipnotizándolo con ese lento vaivén de su cola, repentinamente salta y caza a uno

de ellos.

¿ Cuántos ratones quedan?

No. No quedan nueve corriendo en el patio. Todos los demás se han escondido en sus agujeros.


viernes, 8 de abril de 2016

HUGUITO Y SUS COSAS


La profesora estaba siempre gritando a Hugo: ¡Me vas a volver loca, Hugo! ¡Contigo ya no hay caso! Hugo, eres un inútil. Un día, la madre de Hugo fue a la escuela para verificar cómo le estaba yendo a su hijo. La profesora le dijo que su hijo era un desastre, tenía las peores notas del año y que ella, en 25 años de enseñanza, nunca vio un niño así, tan pendejo. La madre quedó tan asustada con esta sincera conversación que decidió retirar a su hijo Hugo de la escuela y se mudaron a la  Ciudad de Guayaquil  para que Hugo estudie en un centro especializado. Luego de 25 años, a esta misma profesora le fue diagnosticada una grave enfermedad del corazón. Todos los médicos consultados coincidieron que ella necesitaba una cirugía muy delicada y muy costosa que solo un famoso médico radicado en la Ciudad de Guayaquil  podía hacer. La profesora, ya sin esperanzas, decidió vender todo lo que tenía y con los ahorros de toda su vida, emprendió el viaje para intentar la costosa cirugía que, finalmente fue realizada por el genial médico, quien declaró que la cirugía fue un éxito absoluto. Cuando ella abrió los ojos, sintió que toda la fuerza volvía a su cuerpo y vio parado a su lado a un bello y joven médico que le sonreía. Ella quiso decir unas palabras de agradecimiento, pero no pudo hablar... Su rostro se puso azul, intentó levantar la mano y hasta quiso gritar pero no pudo hacerlo... y rápidamente... se murió ante el médico que intentaba entender qué es lo que había pasado. Entonces el médico mira a su lado y ve al pendejo de Hugo, que trabajaba en la limpieza del hospital, que desenchufó el respirador artificial para enchufar la aspiradora. ¿QUÉ PENSASTE? ¿QUE HUGO SE HABÍA CONVERTIDO EN UN GRAN CIRUJANO CARDIOVASCULAR? Me parece que viste demasiadas novelas... ¡EL QUE ES PENDEJO, ES PENDEJO TODA LA VIDA!

jueves, 7 de abril de 2016

QUIEN TE OYÓ Y QUIÉN TE OYE

Es un un poco contradictorio el Presidente. Incoherente. Ya pateó la pelota. Llegará al campo del

2017 ? Cómo quedará la cancha? Como dicen los populares , "viene a botar jodiendo al país".

No lo vamos a botar. Que respondan . Oigan la entrevista del 2005 y véanlo ahora.




miércoles, 6 de abril de 2016

MALAS NOTICIAS

El Presidente Rafael Correa, un anti glas-nost, opaco y decadente, ha dicho que Él investigará hasta el

último nombre de los Papeles de Panamá, lo que implica que sabremos muy poco , o casi nada, y no

se sabe cuando. Mitómano y mentiroso contumaz, suele decirse y desdecirse. Esto se desmorona y

comienzan a quemar los archivos de la cadena casi interminable de corrupción y abuso de poder.

Pasaremos del sombreo de Montecristi, o de paja toquilla, al "Panama Hat", y al entierro del mismo.

De Mossack-Fonseca ya han saltado tres nombres, Galo Chiriboga, el inefable Pedro Delgado, y

Rommy Vallejo, quien por cierto no se defendido muy inteligentemente. Mientras tanto Gabriela

Rivadeneira hace paseos de lavandería a Bielorrusia. Comienzan a aparecer los despojos del cadáver

podrido, "manos limpias y corazones ardientes", mientras el país se pauperiza, no hay hidroeléctricas

funcionando y los sobregiros se van en propaganda en Canales de Televisión quebrados, ajenos y mal

habidos.Nunca más. Prohibido olvidar. El IESS está mejor que nunca , y otros estribillos de burla,

que no son milagros.








viernes, 1 de abril de 2016

ABRIL ES EL MES MAS CRUEL



Abril es el mes más cruel
Guillermo Cabrera Infante
(Cuba)

No supo si lo despertó la claridad que entraba por la ventana o el calor, o ambas cosas. O todavía el ruido que hacía ella en la cocina preparando el desayuno. La oyó freír huevos primero y luego le llegó el olor de la manteca hirviente. Se estiró en la cama y sintió la tibieza de las sábanas escurrirse bajo su cuerpo y un amable dolor le corrió de la espalda a la nuca. En ese momento ella entró en el cuarto y le chocó verla con el delantal por encima de los shorts. La lámpara que estaba en la mesita de noche ya no estaba allí y puso los platos y las tazas en ella. Entonces advirtió que estaba despierto.
—¿Qué dice el dormilón? — preguntó ella, bromeando.
En un bostezo él dijo: Buenos días.
—¿Cómo te sientes?
Iba a decir muy bien, luego pensó que no era exactamente muy bien y reconsideró y dijo:
—Admirablemente.
No mentía. Nunca se había sentido mejor. Pero se dio cuenta que las palabras siempre traicionan.
—¡Vaya! —dijo ella.
Desayunaron. Cuando ella terminó de fregar la loza. vino al cuarto y le propuso que se fueran a bañar.
—Hace un día precioso —dijo.
—Lo he visto por la ventana —dijo él.
—¿Visto ?
—Bueno, sentido. Oído.
Se levantó y se lavó y se puso su trusa. Encima se echó la bata de felpa y salieron para la playa.
—Espera —dijo él a medio camino—. Me olvidé de la llave.
Ella sacó del bolsillo la llave Y se la mostró. Él sonrío.
—¿Nunca se te olvida nada?
—Sí —dijo ella y lo besó en la boca—. Hoy se me había olvidado besarte. Es decir, despierto.
Sintió el aire del mar en las piernas y en la cara y aspiró hondo.
—Esto es vida —dijo.
Ella se había quitado las sandalias y enterraba los dedos en la arena al caminar. Lo miró y sonrió.
—¿ Tú crees ? —dijo.
—¿Tú no crees? —preguntó él a su vez.
—Oh, sí. Sin duda. Nunca me he sentido mejor.
—Ni yo. Nunca en la vida —dijo él
Se bañaron. Ella nadaba muy bien, con unas brazadas largas, de profesional. Al rato él regresó a la playa y se tumbó en la arena. Sintió que el sol secaba el agua y los cristales de sal se clavaban en sus poros y pudo precisar dónde se estaba quemando más, dónde se formaría una ampolla. Le gustaba quemarse al sol. Estarse quieto, pegar la cara a la arena y sentir el aire que formaba y destruía las nimias dunas y le metía los finos granitos en la nariz, en los ojos, en la boca, en los oídos. Parecía un remoto desierto, inmenso y misterioso y hostil. Dormitó.
Cuando despertó, ella se peinaba a su lado.
—¿Volvemos? —preguntó.
—Cuando quieras.
Ella preparó el almuerzo y comieron sin hablar. Se había quemado, leve, en un brazo y el caminó hacia la botica que estaba a tres cuadras y trajo picrato. Ahora estaban en el portal y hasta ellos llegó el fresco y a veces rudo aire del mar que se levanta por la tarde en abril.
La miró. Vio sus tobillos delicados y bien dibujados, sus rodillas tersas y sus muslos torneados sin violencia. Estaba tirada en la silla de extensión, relajada, y en sus labios, gruesos, había una tentativa de sonrisa.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó.
Ella abrió sus ojos y los entrecerró ante la claridad. Sus pestañas eran largas y curvas.
—Muy bien. ¿Y tú?
—Muy bien también. Pero, dime... ¿ya se ha ido todo?
—Sí —dijo ella.
—Y... ¿no hay molestia?
—En absoluto. Te juro que nunca me he sentido mejor.
—Me alegro.
—¿Por qué?
—Porque me fastidiaría sentirme tan bien y que tú no te sintieras bien.
—Pero si me siento bien.
—Me alegro.
—De veras. Créeme, por favor.
—Te creo.
Se quedaron en silencio y luego ella habló:
—¿Damos un paseo por el acantilado?
—¿Quieres?
—Cómo no. ¿Cuándo?
—Cuando tú digas.
—No, di tú.
—Bueno, dentro de una hora.
En una hora habían llegado a los farallones y ella le preguntó, mirando a la playa, hacia el dibujo de espuma de las olas, hasta las cabañas:
—¿Qué altura crees tú que habrá de aquí a abajo? —Unos cincuenta metros. Tal vez setenta y cinco. —¿Cien no?
—No creo.
Ella se sentó en una roca, de perfil al mar, con sus piernas recortadas contra el azul del mar y del cielo.
—¿Ya tú me retrataste así? —preguntó ella.
—Sí.
—Prométeme que no retratarás a otra mujer aquí así.
Él se molestó.
—¡Las cosas que se te ocurren! Estamos en luna de miel, ¿no? Cómo voy a pensar yo en otra mujer ahora.
—No digo ahora. Más tarde. Cuando te hayas cansado de mí, cuando nos hayamos divorciado.

Él la levantó y la besó en los labios, con fuerza.
—Eres boba.
Ella se abrazó a su pecho.
—¿No nos divorciaremos nunca?
—Nunca.
—¿Me querrás siempre?
—Siempre.
Se besaron. Casi en seguida oyeron que alguien llamaba.
—Es a ti.
—No sé quién pueda ser.
Vieron venir a un viejo por detrás de las cañas del espartillo.
—Ah. Es el encargado.
Los saludó.
—¿Ustedes se van mañana?
—Sí, por la mañana temprano.
—Bueno, entonces quiero que me liquide ahora. ¿Puede ser?
Él la miró a ella.
—Ve tú con él. Yo quiero quedarme aquí otro rato más.
—¿Por qué no vienes tú también?
—No —dijo ella—. Quiero ver la puesta de sol.
—No quiero interrumpir. Pero es que quiero ver si voy a casa de mi hija a ver el programa de boseo en la televisión. Usté sabe, ella vive en la carretera.
—Ve con él —dijo ella.
—Está bien —dijo él y echó a andar detrás del viejo.
—¿Tú sabes dónde está el dinero?
—Sí —respondió él, volviéndose.
—Ven a buscarme luego, ¿quieres?
—Está bien. Pero en cuanto oscurezca bajamos. Recuerda.
—Está bien —dijo—. Dame un beso antes de irte.
Lo hizo. Ella lo besó fuerte, con dolor.
Él la sintió tensa, afilada por dentro. Antes de perderse tras la marea de espartillo la saludó con la mano. En el aire le llegó su voz que decía te quiero. ¿O tal vez preguntaba me quieres?
Estuvo mirando al sol cómo bajaba. Era un círculo lleno de fuego al que el horizonte convertía en tres cuartos de círculo, en medio círculo, en nada, aunque quedara un borboteo rojo por donde desapareció. Luego el cielo se fue haciendo violeta, morado y el negro de la noche comenzó a borrar los restos del crepúsculo.
—¿Habrá luna esta noche? —se preguntó en alta voz ella.
Miró abajo y vio un hoyo negro y luego más abajo la costra de la espuma blanca, visible todavía. Se movió en su asiento y dejó los pies hacia afuera, colgando en el vacío. Luego afincó las manos en la roca y suspendió el cuerpo, y sin el menor ruido se dejó caer al pozo negro y profundo que era la playa exactamente ochenta y dos metros más abajo.