viernes, 23 de octubre de 2015

LLOVER SOBRE MOJADO


Desde luego que , acostumbrados a la bonanza con mucho dinero circulando, es difícil adaptarse

a una situación de recesión, las advertidas "vacas flacas".

Cierto es también que en la buena época no se ahorró, se regaló el pescado, y no se enseñó a pescar.

Es la "mala suerte" de los países con "suerte", y con gobiernos deslumbrados ante la fugaz arca re-

pleta, no ahorran, no se miden y gastan el dinero proveniente de materias primas que coyuntural-

mente suben de precio. Para mantener ese ritmo de gasto, requieren endeudarse y sobreendeudarse.

Ese desarrollo en obras carísimas, de las cuales unas han servido y servirán, y otras, no pocas, se

convertirán en monumentos trágicos del desatino.

Además los caudillos que tanto deseamos como salvadores mágicos de nuestra historia, se han em-

briagado con el poder , y por detentarlo se han tornado en represivos dictadores travestidos de demó-

cratas.

Esto traerá consecuencias de una vida más difícil y dolorosa, con desempleo, pobreza, un aparente

retroceso que sumado a la desinformación da como resultado incertidumbre, desesperanza y decep-

ción. No hay matriz productiva y los jovenes sabios teóricos no pueden descifrar el enigma, por inex-

pertos e inmaduros. Es más difícil administrar con cuidado la abundancia que sujetarse a una

realidad de austeridad.

Lo que se podría concluir es que para esto, se necesita trabajar más y gastar menos.

Pero ya está. Es la realidad.

Se suma la sordera de las autoridades a las críticas, advertencias, que son consideradas como

"maniobras desestabilizadores" y son estigmátizadas y perseguidas porque desencadenan el riesgo

de salir de una zona de comodidad.

Ya está aqui el denostado FMI: el que cura sin anestesia, sin sentir social. Pero no es el causante

de la enfermedad. Es la dolorosa curación de la enfermedad.

Seguir reclamando, señalando los errores, ante la indiferencia conveniente de quienes han gober-

nado en esta época parecida a otras ya vividas es inútil. Escribir más sobre ello resulta tan inútil

como llover sobre mojado. Eso no callará el reclamo ante situaciones puntuales y al hecho de

exigir cuentas y explicaciones. Porque sería resignarse sin más ni más, a abusos que no pueden

ni deben ser ignorados. Pero es saludable dejar de repetir tanto análisis, y hacer reclamos justos

a quien por conveniencia, incapacidad o comodidad no oirán. Tratemos de no llover sobre mojado.

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