Pasar a través de esa roca, domada con la sangre de los trabajadores jamaiquinos, blancos, mestizos,
indios que entregaron más de tres mil vidas para realizar ese prodigio de ingeniería, con dinamita, eludiendo derrumbes, deslaves, uniendo al país, que esta vez pesó más que las ideologías y las vanidades, y que gracias a una muy acertada acción del gobierno de Rafael Correa, empecinado en
rescatar ese portento, como sacando lo mejor de su energía huracanada, con esas nueve locomotoras que compró Rodrigo Borja, francesas, diseñadas exclusivamente para ese propósito en 1992, únicas
en el mundo, anteponiendo la Patria a cualquier otro interés, demostrando que claro que podemos hacer país.
De este país mágico, lleno de maravillas felizmente desconocidas, y por lo tanto casi vírgenes de turistas. Sibambe, La maravillosa ciudad de San Pedro de Alausí, Las lagunas de Ozogoche.
Las calles dibujadas y resguardadas por casa nítidas de colores alegres. Con la gentileza natural de sus habitantes.
Ese abrupto pasaje en Zig Zag del páramo al subtrópico. Esa confluncia de ríos de colores.
Vivimos en un paraíso. Debemos conocerlo.
Desde la emergencia mágica desde el mar en el Archipiélago de Colón, las extensas playas, el mirador inacabable que cada tarde ve hundirse un enorme sol colorado en las tibias aguas del Pacífico.El bosque nublado, las montañas, nevados, volcanes, cordilleras, nudos, hoyas, valles. La bajada a la amazónica selva oriental, por donde aun respira el mundo.
La tierra, el mar, generosos. El cielo diáfano. Todo en un discreto rincón del mundo globalizado, que por suerte casi siempre lo pasa por alto.
Y así podemos seguir descubriendo esos regalos hasta siempre. Calladitos, asombrados. Y agradecidos!
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