El primero que recuerdo es el del 66. Ya habíamos participado para el de Chile. Argentina nos ganó aqui
6 a 3 y allá 6 a 0. Fue en el sesenta. Recuerdo claramente la eliminatoria para el de Inglaterra. El 20 o 21 de
Julio le ganamos a Colombia 1 a 0 en Barranquilla. Creo que el arquero colombiano se apellidaba Aravena.
El hecho es que se armó una bronca entre la DiMayor y otro bando. Y la selección colombiana no era de
profesionales. Yo diría que la de acá tampoco. Gol de Washington Muñoz que le pegaba con efecto.
Aquí ganamos 2 a 0. Y creo que en Colombia tras la derrota con Chile por 7 a 2 en Santiago, las partes se
reconciliaron y volvieron los profesionales para ganarle a Chile 2 a 0 en Colombia. Cada ganancia daba
dos puntos y el empate uno. Con 2 puntos de ventaja nos enfrentamos a nuestra "bestia negra", Chile.
Creo que nuestro nivel les otorgaba a casi todos los equipos sudamericanos la calidad de "bestias negras".
Los uniformes eran con camisas de tela con botones. Zapatos de cuero. Balones de cuero con un "bleris"
o vejiga de caucho adentro, que se llenaba con una bomba de aire por un tubito, que se doblaba, se ama-
rraba con una piola
y se metía a la fuerza por un ojal que tenía ese balón, cuyos pentágonos de cuero cosidos
a mano o con alguna máquina elemental. Se tapaba el ojal con un pedazo oval de cuero, que se metía
a pura fuerza y se llamaba "poncho". Eran blancos o amarillos.Si se mojaban o peor, enlodaban , se vol-
vían pesadísimos y cabecearlos era un trauma craneo encefálico. Pasábamos vacaciones en Cumbayá y no
había luz eléctrica. Oíamos el partido que se jugaba en Guayaquil, en un radio de pilas, con tanta estática,
que lo único que se discriminaba era el grito de gol. Cuando era gooooool era de Ecuador. Cuando era
de Chile apenás un luctuoso "gool". A los 19 minutos del primer tiempo, el Tanque Campos, un fornido
centrodelantero chileno chocó con nuestro arquero "el gato" Pablo Ansaldo.Este se fracturó 3 costillas
. Alguna lastimó el pumón y la cavidad torácica se iba llenando de sangre. Ansaldo , un émulo de Abdón
Calderón, no aceptó el cambio, por amor a la camiseta, que en su caso era un saco de lana. Oíamos
aquel sonido descifrando las palabras y comiendo pinol. Empatamos dos a dos. Luego perdimos 3 a 1
en Chile y nos eliminaron en un partido definitorio extra que perdimos 2 a 1. Odiábamos a los
peruanos por la guerra de 1941, y estos odiaban a los chilenos por la guerra de 1879.
Después el 66 , yo en quinto grado de la Escuela Espejo comenzó y alguien llevó un radio de transistores,
pequeñito y negro en el sólo se oían ruidos, escuchados por los cincuenta alumnos con el Sr. Fortunato Ló-
pez López..Escuchamos con profunda atención por casi dos horas aquel ruido indescifrable, con una con-
centración digna de mejor causa, amontonados con el profesor alrrededor de aquella cajita negra. Al fin
dedujimos que Uruguay e Inglaterra empataron sin goles, porque ninguno distinguió el grito de " gooooool"
ni de "gool".Exito sudamericano que nos lo hacíamos nuestro. Al fin ganó Inglaterra. Eran mundiales que
con 16 equipos. Yo era tan ingenuo que creía que se podía organizar uno en Ecuador. Bastaban cuatro
estadios. El del Arbolito, el del Capwell, el Modelo y el Atahualpa. Además nosotros teniamos la radio
con la antena más alta del mundo. La HCJB. Se oía fuerte y claro en todo el mundo. Así es uno de niño.
Maravillosamente iluso. Después los del 70, 74 , 78. Ya en el 82 y en el 86 subieron a 24 equipos. Más
bulto y menos claridad. Creo que el del 90 eran 32. Malísimo. Puro empate. Puro penal. Y después ya
nada. 15 dias intoxicantes con tres y cuatro partidos por dia y los otros 15 con muerte súbita. Dinero si.
Fútbol no. Se me quitó el gusto por los mundiales. Ahora prefiero los campeonatos nacionales.
Cada día hay más tecnología y menos magia. Enormes pantallas de alta definición y ausencia de imaginación.
Mucho Blatter y poco encanto. Creo que preferiría los arqueros sin guantes y los jugadores con camisas. O
tal vez me estoy volviendo un viejo nostálgico. Pero estoy seguro que donde hay mucho dinero hay menos
corazon.
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