El doctor Julio César Trujillo, ha muerto esta mañana.
A los 88 años cumplidos de edad, sufrió hace pocos días un evento vascular cerebral hemorrágico.
También se le llama "derrame cerebral". Es coloquial y no tiene importancia que nombre le demos
a la dolencia: No es técnico, porque como el cerebro no es líquido, no se derrama. Un vaso
sanguineo se lesionó y produjo al fin su muerte.
La edad no perdona. Pero menos perdonable es que nos pasemos rezongando, sin hacer nada,
escondiéndonos o quejándonos del estado en que está el país.
Lo admirable es esa decisión en vida que tomó de no ir a Terapia Intensiva, ni someterse a una
inútil cirugía , o prolongar artificialmente su vida.
Mucha coherencia y valor, como la tuvo en su vida. El llamado despectivamente "Gallo Hervido"
me parece que por el brillante y cínico Carlos Julio Arosemena Monroy. (Creemos saber la
connotación de la frase con las funciones que desempeñó aparentemente utilizada por aristócrata
cínico e irresponsable cuando desempeñó las responsabilidades para las que fue electo, y
protagonista de llamativas anécdotas, frívolas y dignas de mejor causa.)
No fue perfecto, porque nadie lo es. Acertó y se equivocó en su vida como todos, y no todo salió
como hubiese deseado en el último año de su vida y con la enorme resposabilidad de tratar de
reinstitucionar un país destrozado por Rafael Vicente Correa Delgado y su gavilla de delincuentes,
empezando posus vicepresidentes Lenin Moreno Garcés y Jorge Glas Espinel.Y la lista interminable
de bandidos que destrozaron y saquearon al país los últimos doce años.
Fue correcto, muy valiente y decidido en su titánica misión, encargada por mandato popular.
Si hubo equivocaciones, mucho más fueron los aciertos.
Murió en su lucha por rescatar valores que el país añora. Sin temor. Y al manato de un pueblo que
sufre las consecuencias de ese desgobierno.
Lo mató la edad. Pero cuan dignamente murió.
Los prófugos abundan y se ocultan como "víctimas de la persecución política. ". Cobardía e Infamia.
Lo que siento es que nos quedamos huérfanos de líderes honestos. Es hora de tomar la posta,
no de llorar su muerte.
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