brillantes como trazos oblicuos .y ya pronto, en minutos, el obscuro cielo se convertirá en un
marco más claro, en un fondo celeste, que anuncia otra vuelta en este rodar incesante.
Y recuerdo como hace cincuenta y dos años, esperábamos en el Batán, en un frío inocuo, que nos hacia
rodar líquido claro cristal de roca por la nariz enrojecida, mientras jugábamos a la raya con una
moneda ,en los dibujos de la acera, con su particular estética cubista. Jugando felices y ajenos a
cualquier preocupación.
Venía entonces el Bus de la Escuela Espejo. No había televisión, ni tráfico.
Pero el mundo era una alegre selva de imaginación que iba pegando los fragmentos de aconteceres
que escuchábamos en nuestro hogares. Mezclados aleatoriamente construyendo murales de fantasía,
adelantándonos en años al realismo mágico.
Que "El hombre de linterna roja" fuera el protagonista de un cuento incompleto.
Que vivir al borde de destrucción nuclear total en la guerra fría de "La Crisis de los misiles",
que el penal atajado el "estadio del Ejido", el día anterior por el "abuelito" Arias, golero del
Deportivo Quito.
Y claro. Cada uno tenía la más estrafalaria historia de las aventuras que soñábamos, y tejíamos
el domingo de la noche anterior, de las aventuras de "El Gato" , que jurábamos haber oído hasta el
final, en la Radio Nacional Espejo. Al llegar a la escuela cuarenta y cinco minutos después habían
cuarenta y ocho versiones diferentes y verosímiles de un final que ninguno de nosotros había acabado
de oir, pues nuestros padres apagaban las radios de "ojos mágicos", diez minutos después de
comenzado el relato, y con nosotros durmiendo..
Y después peinados, con zapatos lustrados y pañuelo limpio en mano nos sumergíamos en otro
imaginario.
Ya escampó desde aquel chaparrón hasta hoy, canta Sabina.
Y yo continuo batiendo teclas y escarbando recuerdos que fueron formando como ladrillos la
construcción de mi vida.
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