viernes, 27 de noviembre de 2015

EL BUEN SAMARITANO II

Haz el bien,

sin mirar a quien.

Todo comedido siempre sale con la bendición de Dios.

Exista o no exista.

Existe la solidaridad,

se traduce en la paz interior con uno mismo y su conciencia.

Yo no creo que Dios exista,

pero tengo paz.

LA NOVELA POLICIACA NEGRA DE LOS ESCANDINAVOS

A partir del año 2005, me llegaron conocimientos sobre la maestría en el manejo de este género

literario, que yo en mi cortedad de cultura, desconocía. Fue Stieg Larson, quien nos dió a conocer

una voluminosa trilogía: "Millenium". Con los "hombres que odiaban a las mujeres", "La muchacha

que soñaba con tener un bidón de gasolina y una cerilla", y " La princesa en las cortes donde soplaban

las corrientes de aire", nos enseñó un trabajo pulido, en suspenso y facilmente atrapante. Lo había

escrito en silencio. Era su trabajo alterno. El vivía de un empleo como periodista. Irónicamente, este

hombre joven que bordeaba los 45 años, entregó a su editor la trilogía, y cuando iba donde su pareja

con quien había vivido años, sin casarse, fue fulminado por un infarto. En la singular cultura sueca, ella, su pareja

,no recibió nada del éxito literario y económico del monumental trabajo, porque no estaban casados.

Parecía un sarcástico epílogo, un cruel opúsculo, que se entretejía con la telaraña que habia diseñado

en esas páginas. Fue llevada al cine sueco y fue unéxito, en el arte, en la literatura, en la taquilla y en

las ventas. Al punto que los americanos copiaron una versión , bastanta fiel, y lanzaron otras tres

películas, de estilo americano, en inglés y no sueco, pero que no decepcionaron.

Luego un escritor danés, escribió "El crimen", una novela que motivó las series "The Killing"

americana , que se localiza en Seatle , bajo una lluvia que no se detiene, como la de Macondo,

en Cien Años de Soledad, la lluvia que duró 11 años, 9meses y unos días. Sarah Linden y

su compañero  desentrañan el asesinato de Rosie Larsen de 17 años. Hubo una versión danesa, de

gran calidad que lleva el mismo nombre y la misma trama. La detectiva es Sarah Song. Y el

el argumento es fiel a la versión americana.

Ahora nos ha sorprendido "The Bridge", que toca con crudeza la vida, la muerte y el infierno que

 entre El Paso y Ciudad Juarez. Viven el mismo drama con diferentes escenarios, pero la misma

trama. En danés "Bran o Bron" (danés o sueco). Al igual que en la otra serie, todo se inicia

con un cadaver de una mujer, formada por dos partes de cuerpo, una sueca y otra danesa

y la parte inferior de ese cadaver complementado con otro medio cadaver. El puente es el de

Oredund. Una policía de Malmö y un detective danés trabajan juntos. Con el recelo que existe

en las fronteras de todos los países.

El argumento y su desarrollo son muy destacados, en suspenso y calidad.

Agradable sorpresa la novela negra escandinava.










J F K / J L B

In Memoriam J. F. K.

Esta bala es antigua.
En 1897 la disparó contra el presidente del Uruguay un muchacho de Montevideo, Arredondo, que había pasado largo tiempo sin ver a nadie, para que lo supieran sin cómplice. Treinta años antes, el mismo proyectil mató a Lincoln, por obra criminal o mágica de un actor, a quien las palabras de Shakespeare habían convertido en Marco Bruto, asesino de César. Al promediar el siglo XVII la venganza la usó para dar muerte a Gustavo Adolfo de Suecia, en mitad de la pública hecatombe de una batalla.
Antes, la bala fue otras cosas, porque la transmigración pitagórica no sólo es propia de los hombres. Fue el cordón de seda que en el Oriente reciben los visires, fue la fusilería y las bayonetas que destrozaron a los defensores del Álamo, fue la cuchilla triangular que segó el cuello de una reina, fue los oscuros clavos que atravesaron la carne del Redentor y el leño de la Cruz, fue el veneno que el jefe cartaginés guardaba en una sortija de hierro, fue la serena copa que en un atardecer bebió Sócrates.
En el alba del tiempo fue la piedra que Caín lanzó contra Abel y será muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos y que podrán concluir con los hombres y con su prodigioso y frágil destino.

jueves, 19 de noviembre de 2015

LOS TORNEOS GALANTES

Yo no estoy de acuerdo con los concursos  . Me parecen frívolos. Pero me parece peor la crítica ácida

anónima de las redes sociales. Las detesto. Siento que son colectivo sin rostro, donde no dan la cara

y la masa que se va conformando es muy parecida a aquella que sutilmente despreció César Vallejo.

Las críticas que ha recibido la reina de Quito, Angie Vergara, me parecen cobardes, intolerantes y de-

latan unos valores viles. Ni me va ni me viene una reina de belleza, pero no me siento con ningún

derecho de juzgarla. Quien soy yo, para hacerlo. No tengo yo que trabajar mucho con mis propias

falencias para luchar contra ellas y tratar de ser mejor. No es mejor la autocrítica?

Si, Angie no mide 180 cms., maneja un San Remo del año 85, se graduó en el Colegio 24 de Mayo,

y estudie en la  Universidad Central del Ecuador , No le califica ni le descalifica. A pesar de la

conexión con las "misses", , el trabajo de esas fundaciones es duro y comprometido.

Y si es feliz de ser Reina de Quito, yo que no creo en monarquías, me pongo feliz con su felicidad

que no le hace daño a nadie. Felicitaciones Angie.

sábado, 14 de noviembre de 2015

EL NUMERO TRECE

Es un número primo. Es muy mal visto por muchos supersticiosos, no se por qué. Tal vez porque

uno no escoge los parientes. O porque la superstición no tiene lógica , ni asidero alguno.

Para mi padre era su número preferido.

Nació el 13 de Septiembre.

Se casó el 13 de Noviembre.

Festejaba, bueno no celebraba ni festejaba, pero su santo es el 13 de Octubre, San Eduardo.

Una vez perdió una alhaja. Le ofreció 13 velas a algún Santo , que cubría el Servicio de

"Encontrados y Perdidos". . Repitió el percurso realizado esa mañana. Estacionó el carro ,justo frente

a la Botica Lux en la 6 de Diciembre, abrió la puerta del auto, y al salir se encontró con el brillante

perdido. Le compró trece velas al Santo y cumplió.

Después de unos años , hurtaron su anillo. No era un día trece. Y murió a los 87 años el primero de

Marzo del 97. Tampoco el trece. No era supersticioso. Pero ese era su número.

13 DE NOVIEMBRE DE 1954

En Caracas se casa por poder la señorita María Clemencia de San José Martínez Gonzalez (a)

"Morocha", con  el señor José Eduardo Larrea Stacey, residente en New York, y unos dias después

se reunen en NYC y se van a pasar la luna de miel en las cataratas del Niágara. Más bien dicho,

cerca de ahí. Sólo visitan las cataratas. No se quedan ahí sino en un hotel cercano. Tampoco se

lanzan en un barril. Luna de Miel. Se van a vivir en México, donde conciben a las "creaturas".

(2 gemelos fraternos )(No idénticos ). Que seremos mi hermano y yo. A los seis meses  se trasladan a NYC donde nacen las creaturas.  61 años después ISIS siembra el terror en París.  Así

es la vida. Así como hay amor , hay odio.



martes, 10 de noviembre de 2015

LA CONTENCIÓN DESCALIFICA LA VIDA



 FUENTE EL COMERCIO
http://especiales.elcomercio.com/planeta-ideas/ideas/1-de-noviembre-de-2015/EduardoLarrea-Medicina-Pacientes-Felicidad-Salud


Esta es una conversación contraindicada para los biempensantes. Porque Eduardo Larrea, un médico atípico -de los que puede dedicar tiempo a escuchar a un paciente, por ejemplo-, no dirá lo que se espera que un médico diga. Con su estupendo talante, Eduardo no se toma en serio esta obsesión por lo sano que al parecer gobierna el mundo y que esta semana vio reflejados todos sus terrores en la imagen de una lonja de tocino.

Si ya sabemos que vivir mata, ¿por qué nos es tan difícil asumir esa realidad?

Es una cosa difícil de aceptar a pesar de que la tenemos absolutamente reconocida como la única verdad inexorable. Lo que pasa es que funcionamos con el pensamiento a varios niveles… En el paeloencéfalo, que es la parte más antigua del encéfalo, nosotros tenemos un instinto primigenio que es el instinto de supervivencia. Si a eso le añades filosóficamente la autoconciencia de la existencia y la aceptación de que el yo tiene un final se establece una neurosis por una lucha entre el instinto de supervivencia y la conciencia del yo que no queremos que desaparezca.

¿Entonces esta negación está fuera de nuestro control?

Es una lucha un poco desigual, porque es entre el consciente y el inconsciente.

Esta neurosis, ¿se alivia si tenemos la idea de que estamos sanos? ¿Vivimos la ilusión de la no muerte cuando gozamos de buena salud? Claro. Tengo un buen ejemplo para eso. Tú sabes que cuando la persona ha estado en una fiesta y ha ingerido licor en exceso y está pasando las canutas con el chuchaqui, con una sensación de muerte inminente, se arrepiente y jura que nunca más va a beber, cosa que es mentira… Sin embargo, en esa circunstancia se siente culpable porque sabe que es responsable de la situación. Asimismo, una persona que hace gimnasia, que se cuida, que se hace los exámenes que le mandan a hacerse…

Que no come tocino.

Eso, que no come tocino (sonríe), que no come ‘cosas finas’, que no come espumillas de Turubamba, de esas que vienen en la lavacara enlozada, está cuidando el templo, es decir el cuerpo, y siente que está haciendo bien los deberes.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí habiendo consumido durante siglos carne?

Si es que la naturaleza encontraría tan nociva la carne, simple y llanamente nos hubiera vuelto herbívoros con cuatro panzas para poder destruir la celulosa y aprovechar la proteína de la hierba y de los vegetales. Es decir, seríamos unas vacas. Son alharacas que se hacen, como se hizo con el helicobácter pílori cuando lo asociaban directamente con el cáncer y vivimos aterrorizados con el cáncer, con el infarto… y buscando dietas disparatadas.

¿Recuerda cuándo y cómo comenzó esta obsesión por lo ‘saludable’?

Más o menos desde el siglo XVIII o XIX comienza a promoverse una vida sana, se promueve el ejercicio; ya se admira a la persona que tiene mejor presentación. Y esta cuestión de la apariencia es una manifestación física de que somos personas genéticamente buenas para procrear; ese es el trasfondo. Es entonces cuando se comienza a hacer culto de la salud y toda esa búsqueda.

¿Cómo se vivía esa fijación con estar sanos antes de las redes sociales?

No había obsesión. Se vivía de forma más simple, pero es que la vida era más saludable también. Porque era menos apurada, porque teníamos menos ansiedad por el consumo, porque era menos complicada, por lo menos para un grupo de personas. Había otro grupo que estaba totalmente marginado, viviendo una vida infrahumana. Si no fuera por monseñor Leonidas Proaño los indígenas de Chimborazo todavía estarían arrodillándose en la carretera para pedir limosna, morados, con una hipoxia perpetua.

¿A quiénes beneficia esta relación que tiene la sociedad actual con ‘lo sano’?

Siempre hay varios grupos interesados. Por ejemplo, no es infrecuente o raro escuchar que es pésimo tomar aspartame; te decían que su uso te idiotizaba. Y venía otro edulcorante que lo reemplazaba, y luego otro y así. Según mis cuentas, por lo que yo he tomado de aspartame o de colas ‘light’ debería ser una parkinsoniano, un esclerótico múltiple o algo así.

¿El mercado es el que, de una u otra manera, se termina beneficiando?

El mercado, sí.

¿De qué nos sirve estar sanos si vivimos la mayor parte del tiempo conteniendo el deseo?

Eso produce angustia, neurosis y frustración. Eso ya descalifica la vida.

Y además eso no es estar sano, ¿no? Ya no, porque el concepto de salud sacado en 1963 por la Organización Mundial de la Salud es que un individuo tenga bienestar físico, psicológico y también social.

¿Cómo sería una sociedad regida por la tiranía de lo saludable?

Sería un mundo de obsesionados, neuróticos, vacíos y frívolos, posiblemente. O por lo menos, muy angustiados y poco felices.

Horrible.

Es que es horrible. Vivimos de paranoia en paranoia.

¿Cuál es su recomendación para procesar la información que sale cada tres días anunciando que algo es cancerígeno?

Todo es cancerígeno, dicen. Las colas, los colorantes, y ver un pájaro que vuele en el cielo por lo menos es de mala suerte.

¿Cuál sería la receta para curarse de esta paranoia? Vivir dentro de la realidad. Aprender a comprender. Pensar más. El rato que uno se informe más vivirá mejor.

¿Vale la pena vivir una vida descafeinada?

Para aquellos a los que no les guste el café. Pero si no, no se engañen y no tomen café descafeinado.

domingo, 8 de noviembre de 2015

DESTINO O PROBABILIDAD?

Cuando el Titanic se hundía, año de 1912, y se oía el crujir de las entrañas del enorme transatlántico

en las gélidas aguas del Atlántico Norte, entre Gran Bretaña y New York, la banda de música de

cuerdas que tocaba sobre la  cubierta, decidió con dignidad, y estoicamente tocar lo que pensaron

sería su última actuación.

El Viloncelista abrió el estuche y sentado tocó su instrumento, junto a sus compañeros. La gente

corría , gritando desesperada ante la inmutable elegancia de los música.

Cuando el fin se acercaba , el navió se partió y todo lo que estaba sobre la pista de tablones, resbaló

sin detenerse a ese oceano negro y frío, que se convertiria en la tumba de muchos. El azar quiso

que el chelista al resbalar cayera sobre el estuchue del instrumento, que lo convirtió en un nuevo

Moisés cuando un barco que iba a ayudarlos lo recogió y salvó.

Murió muchos años después, en tierra firme, viejo , de causas naturales.

sábado, 7 de noviembre de 2015

EL BUEN SAMARITANO ES EL ATEO

Copiado de "El País" de España, es un artículo que quiero compartir con ustedes.

El buen samaritano es el ateo

Si alguna vez —Dios no lo quiera— le dan una paliza unos asaltantes mientras baja de Jerusalén a Jericó, más vale que después pase por allí un samaritano poco creyente. Porque ser religioso o ateo no hace más buenas a las personas, pero sí que parece condicionar la forma de entender la generosidad y el altruismo hacia desconocidos. Y las personas menos religiosas tienen una tendencia más espontánea a ayudar al prójimo, según los últimos estudios.

Los niños más altruistas eran de familias ateas o no religiosas. La religión no es una garantía para la moralidad", asegura el autor El último trabajo ha sorprendido al mostrar que los niños y niñas criados en ambientes religiosos son menos proclives a ser generosos, que existe una correlación inversa entre el altruismo y la educación en valores identificados con la fe.

Por medio de un experimento realizado con menores de entre 5 y 12 años en seis países culturalmente muy diversos (Canadá, EE UU, Jordania, Turquía, Sudáfrica y China), los investigadores encontraron que los escolares que no reciben valores religiosos en su familia son notablemente más generosos cuando se trata de compartir sus tesoros con otros niños anónimos.

"Es importante destacar que los niños más altruistas vienen de familias ateas o no religiosas", destaca el líder del estudio, Jean Decety, neurocientífico y psicólogo de la Universidad de Chicago. "Espero que la gente empiece a entender que la religión no es una garantía para la moralidad, y que la religión y la moralidad son dos cosas diferentes", remata cuestionado por la importancia de este estudio.

Además, en la investigación se preguntaba a los progenitores si sus hijos eran más o menos generosos y, curiosamente, los padres y madres más religiosos creen que están criando una prole más solidaria: los creyentes dan por hecho que sus hijos son más altruistas, aunque a la hora de la verdad compartían menos. Otro hallazgo importante es que la religiosidad hace que los niños sean más severos a la hora de condenar el daño interpersonal, como por ejemplo los empujones.

"Este último hallazgo encaja bien con investigaciones previas con adultos: la religiosidad está directamente relacionada con el aumento de la intolerancia y de las actitudes punitivas hacia delitos interpersonales, incluyendo la probabilidad de apoyar penas más duras". En resumen, los menores criados en ambientes religiosos serían algo menos generosos pero más proclives a castigar a quien se porta mal.

Los más religiosos fundamentan menos su generosidad en las empatía y más en otros factores como el dogma, la identidad de grupo o la reputación", asegura Willer Hace un par de años, el sociólogo de Stanford Robb Willer publicó un estudio en el que, a través de tres experimentos, mostró que la compasión llevaba a las personas no creyentes a ser más generosas mientras que en las más apegadas a la fe la compasión no influía en su nivel de generosidad. "Para los menos religiosos, la fuerza de su conexión emocional con otra persona es fundamental para decidir si van a ayudarla o no", aseguraba Willer en su día: "Los más religiosos, por el contrario, fundamentan menos su generosidad en las emociones y más en otros factores, como el dogma, la identidad de grupo o la reputación".

Desde hace siglos, distintos autores han abordado el debate de si la religión, creer o temer a Dios, provoca en los humanos una actitud más bondadosa, más solidaria, más empática hacia el sufrimiento de los demás. No obstante, en los últimos años la investigación psicológica ha revelado varias tendencias consistentes, como que los creyentes tienden más a dirigir su empatía hacia su propio grupo, que religiosos y no religiosos motivan su altruismo en valores diferentes y que usan criterios distintos para determinar qué acciones son inmorales.

Sin embargo, la idea de que la religión consolidaba el altruismo aparecía en diversos estudios, como los que vienen publicando autores como Azim Shariff, que ha repasado en la revista Science la importancia de la fe a la hora de mostrarse más generoso con los demás. En sus trabajos se ponía a prueba el altruismo de la gente después de hacerles pensar (consciente e inconscientemente) en Dios y sus manifestaciones: aquellos que leían sobre él o veían vídeos relacionados antes de la prueba se mostraban notablemente más generosos que los que no. Las motivaciones no eran la compasión o la
empatía, pero ayudaban más al prójimo al tener presente la figura divina.

Por eso, Shariff considera que los resultados del estudio en niños publicado hoy "parecen superficialmente contradictorios" con su trabajo. Pero de gran importancia: "Creo que se trata de unas conclusiones fascinantes a partir de un esfuerzo impresionante. Este estudio nos obliga a repensar seriamente las cosas a fin de conciliar lo que sabemos", resume Shariff, de la Universidad de Oregón.

Los padres y madres más religiosos creen que su prole es la más solidaria; los experimentos mostraron que era justo al revés Lo difícil sería explicar por qué ateos y creyentes (o poco religiosos frente a muy religiosos) actúan de forma distinta cuando se trata de pensar en los demás. Aunque no hay respuestas concluyentes, tanto Shariff como Decety aluden a una cierta licencia moral que se otorgan aquellos que ya rezan por los demás: si ya cubro el cupo de generosidad en mi parroquia, eso me exime de tener que ser altruistas con desconocidos. "Es un fallo mental particularmente interesante:

haciendo algo bueno, que ayuda a fortalecer nuestra propia imagen positiva, se desinhibe el comportamiento egoísta y por lo tanto somos más propensos a tomar decisiones inmorales", explica Decety, uno de los mayores expertos en empatía. Eso explicaría que los niños criados en hogares religiosos, que se perciben como más sensibles y justos, son de hecho los menos altruistas entre sus compañeros de clase.

Shariff, más crítico, considera que esto tiene una lectura a la inversa. "Se limitan a un tipo específico de generosidad espontánea. Es posible que alguien sea enormemente altruista donando el 20% de sus ganancias a la caridad. Y como ha estructurado su altruismo de este modo, no se sienten obligados a donar a un mendigo en la calle que les pide dinero de forma espontánea, o a un psicólogo que les da la oportunidad de compartir con alguien en un experimento".

En la parábola de Jesús que recogió Lucas en los Evangelios, era un sacerdote quien pasaba de largo ante el necesitado y únicamente se detuvo el samaritano. Pero no sabemos quién era más religioso de los dos, ni si eso tuvo algo que ver.

http://elpais.com/elpais/2015/11/05/ciencia/1446717405_450204.html


VINIL/ ACETATO

Allá por 1968 oímos música con tocadiscos. Los discos eran de vinil o acetato. Eran baratos, y las agujas (ya piratas, o genéricas para ser más elegantes), más el trajín de ser manejado por adolescen-
tes, rayaban los discos. Se oía un sonido de fondo que yo llamaba "friendo un huevo". Y cuando tenían un pequeño rayón, le poníamos un sucre encima del brazo que contenía la cápsula de la aguja
para que no salte. El arte de las capas era mucho más grande, bello y colorido. Contenía muchas veces las letras de las canciones. Y había unas canciones chéveres. El sonido además era mejor porque toda estaba contenida en un surco y el sonido era total. Los discos compactos son binarios (0-1-0-1) siempre se pierden partes del sonido. Aquí hay una muestra de es música. Desmonn Deker. La canción "Israelites) año 1968.