Esa pregunta ronda en nuestras cabezas a lo largo de la historia. Motivos de arrepentimiento, esperanzas hipotecadas, "cada pueblo tiene el gobierno que se merece", "Yo también voté por él".
Si analizamos la historia democrática del Ecuador en el siglo XX y XXI, somos buenos para votar,
malos para elegir, y creemos ser buenos para botar gobernantes.
José María Velasco Ibarra fue elegido cinco veces y sólo acabó uno de los períodos para los que fue
electo.
Somos hábiles para encontrar vericuetos que nos lleven a las puertas de cambios de mandatarios,
"respetando los procesos constitucionales".
Llegamos a pintorescas situaciones como remover a Abdalá Bucaram, declarándolo palmariamente,
inacapaz mental para gobernar y permitimos que un político mañoso, tire por la borda cualquier pro-
ceso legal y asalte el poder confiscándoselo a la sucesora reglamentaria, Rosalía Arteaga.
Y nos preguntamos por qué fracasamos en la elección del gobernante adecuado.
Creo que es porque somos inmediatistas y cómodos. Esperando que un Mesías milagroso venga y nos redima de los problemas en forma mágica y sin esfuerzo propio.
Cuántas veces pedimos que nos toque un gobernante autócrata, duro. O no hemos escuchado muchas
veces la frase "Este pueblo necesita un Fidel Castro o un Pinochet, carajo! alguien que nos ponga en vereda"
Somos inmediatistas, triunfalistas, de resoluciones rápidas y comodas. Buenos para criticar, malos para criticarnos. En busca de ese "Salvador" , votamos sin reflexión.. Y le hechamos la culpa al otro,
otro hábito consuetudinario nuestro.Y decimos: "Es la ignorancia del Pueblo".
Mientras no cambiemos esos hábitos, estamos condenados a repetir los errores.
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