Entre los años 1976 y 1977 en el curso de mi cuarto de la carrera de Medicina, en la fantástica cátedra de
Semiología y Propedéutica conocí al Dr. Manuel Larenas, y aprendí la diferencia entre lo que es un instruc-
tor, un profesor y un Maestro.Lo primero que nos enseñó y recomendó memorizar fue el bellísimo Juramen-
to de Hipocrates. El antiguo. No el resumen sintético y políticamente correcto adoptado en Ginebra en
1948. Al final del año su ejemplo nos enseñó con su práctica cristalina y cuotidiana, a practicarlo compro-
metidamente. Nos enseñó con su tierna humildad y amabilidad los secretos del interrogatorio, de exploración
física y la lógica de la deducción los variados senderos que podrían llevarnos a la mejor probabilidad en el
difícil arte del diagnóstico. Hombre de paso quieto, sin altisonancias ni pedante erudición , nos transmitió
la infinita bondad y respeto hacia nuestros congéneres, dolientes. Esa cortesía y esa sencillez le acompaña-
ron como el musical canto del viento leve de los veranos serranos.Siempre. Hasta que un día supe que ha-
bia muerto. Se fue de gana, justo ahora que tanto faltan seres humanos , tan humanos como él.
Por el año 95 atendí a un señor mayor, que estaba enfermo, grave. Me preguntaron los familiares si
dado el estado en que estaba, yo recomendaba que se llamara a su hijo , Manuel Chiriboga Vega,
ilustre y comprometido investigador de las sociedades en el agro, sabio por conocimiento, y modesto
como todos los sabios que en el mundo han sido, ya que entonces trabajaba en Ghana. Yo recomendé que
que lo hicieran. Vino, con su encantadora y brillante esposa , Amarilis. Y compartió los días finales de su
padre en esta tierra. Era un hombre robusto, y dulce, tan amigable que invitaba a la amistad.
Entonces , le dije de broma, que había venido de gana. (Gahna). Y reía con alegría.
En 1997 el inefable presidente Fabián Alarcón, lo invitó a ser Ministro de Agricultura, un cargo que
ahora ocupa su cuñado, el introvertido poeta Javier Ponce. Ese mediodía , el atolondrado (Vaya eufemismo)
Leon Febres Cordero, un León el paz y un cordero en la guerra, en el mejor estilo MaCarthista, y Trumanes
co), paranoico anticomunista, impuso se autoinvestido poder de capataz, prohibió que nombren a ese
comunista. Y Alarcón , obediente, dejó plantado a Manuel y su familia, esperando sin explicación ,por el,
llamémoslo asi , presidente. Nos reímos años , sobre este desplante, que viniendo de Alarcón sonaba a
lisonja, ni por la familia que lo acompañaba, sino porque había tenido que usar terno, al cual era alérgico.
Victima del Cangrejo, soportó con valentía y dignidad, diez años largos de tratamientos heroicos.
Esta semana al entrar en fase terminal, se despidió con elegancia y gallardía, en su columna semanal,
desde la cual nos iluminó , con su palabra exacta, y su actitud valiente y propositiva.
A esperar con la paz interior, el destino inexorable que a todos nos espera.
Se va de gana otro ser humano, de los que tanta falta hacen hoy en día.
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