Negra y profunda mirada, de luto negro el terno impoluto y pulcro. Obscura de tan profunda su intensa melancolía. Como un agujero negro. Misterioso magneto de sensibilidades, solidaridad intransingente.
Nacido en Montevideo de su joven madre Jesusa Blanca Nieve Iribarden , y dado para su crianza a Carlos Durán, hombre bueno con siete oficios y catorce necesidades, desde milico a agricultor, casado con Doraisela Carbajal , que tenía un pago en Trinidad, perdida en el centro de la perdida provincia de Flores, donde trabajó la tierra y acudió al llamado del rejo desde los 11 años, fue también Alfredo "Pocho" Durán ,
Trabajando con su padre de crianza a quien acompañaría como a un hermano hasta su lecho de muerte, hasta su hueco en la tierra, en su caja de madera, fue a Argentina a reunirse con su madre y el esposo de esta, el argentino Alfredo Nicolás Zitarrosa, acabó estudiando el liceo en Montevideo, al modo de Medardo Angel Silva, en una casa de su madre que daba al cementerio. Ahí se familiarizó con la muerte. Menos sombrío que Silva. Afiliado al partido Comunista Uruguayo, hasta la muerte misma.
Actuó, radiodifundió en Perú y Bolivia.
Vivió en Argentina, ya prohibido su canto en el paisito, desde el 71, y en Argentina y Chile , desde 1973, viene su triste y amargo destierro entre España y México. Cuando cae la Dictadura Argentina regresa hasta su triunfal retorno al Uruguay. Estuvo algunas veces en el Ecuador.
Circunspecto, de sonrisa difícil, masculinamente serio, neuróticamente perfeccionista y melancólimente grave, fue muy amigo de mi amiga María Dolores, ecuatoriana superviviente de Auschwitz, fue de una honestidad cristalina , inquebrantable y coherente. Y como nunca vendió su nombre, no tuvo miedo de ser un hombre.
El alcohol fue un refugio equívoco y frecuente.
Dejando una riqueza de milongas, música, lucha, letras en canciones y cuentos, partió tempranamente, la madrugada del 17 de Enero de 1989, asesinado por una peritonitis, consecuencia de una trombosis mesénterica, menos de dos mese antes de cumplir los 53 años.
Su palabra vive para siempre.
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