tantas aristas , tan complejo en su estructura?
Recuerdo que cuando yo era un adolescente , mi padre , que vivió casi un año en Méjico, allá por 1954, me contaba algo sobre "la mordida". Un nombre coloquial que era rutinario en ese país que queda tan lejos del cielo y tan cerca de los Estados Unidos de América. Desde luego esa práctica, que no es privativa de Méjico, sino de consuetudinaria práctica universal, se refería al soborno, al chantaje, a la coima, a la extorsión y más bien es una pandemia del comportamiento humano, que va de la mano con su codicia.
Por otra parte existen las psicopatías, los comportamientos aberrantes, de figuras extraordinariamente dotadas para la práctica de una actividad, en este caso la del deporte , que es a la vez el equivalente de la industria del entretenimiento, catarsis de pasiones, sublimación de frustraciones. Como el circo de los romanos, que actúa distrayendo a la masa, y adormeciéndola para aliviar su confrontación con una reali-
dad que es dura, competitiva y despiadada por la supervivencia. "El opio de los pueblos". Sumados a la imposición cultural de ganar, a cualquier costo , un campeonato, una carrera de automóviles, o de una presidencia de la República, donde el empatar está prohibido, y el perder , castigado. Con una presión inmensa que trastorna a estos seres ejemplarmente diseñados para competir.
Para no salirnos del ámbito del deporte y la competencia, estas figuras relevantes, son vulnerables a las enormes presiones de ganar siempre. Nadie puede olvidar el comportamiento suicida y temerario de Senna
y de Schumacher, cuyas consecuencias aparecen trágicamente, las rabietas de John Mc Enroe en el Tennis,
la errática trayectoria de Maradona, Sócrates, Garrincha, Pete Best, Eric Cantoná, entre una infinidad de ejemplos en el fútbol . La Burrada de Ariel Ortega contra Holanda, el codazo que le fracturó la nariz a Luis
Enrique, propinado por un de defensa italiano, en una jugada sin balón en un campeonato mundial anterior.
Las exravagancias de Bobby Fischer, quien murió en Islandia exilado del mundo y de la realidad.
Lo más reciente ha sido la dentellada de Luis Suarez contra otro italiano, reincidiendo por tercera vez,
en esa conducta de descontrol patológico, de agresividad desbocada, auto destructiva, y que no corresponde a un comportamiento normal , social y deportivamente hablando.Dejó as selección en la misma situación en que Maradona dejó a la suya tras la descalificación por dopaje en EEUU 94. Desmoralizada y tempranamente eliminada.
Pero lo que más llama la atención es la ejecutividad, severidad y acuciosidad de quien impuso la sanción.
Esos delincuentes de cuello negro, mirada ratonil , que muerden la mano que les dió de comer como el suizo a Havelange. Pueden demorarse años para ordenar algo tan sencillo como el pago de una deuda del Palmeiras a la Liga por el pase de Hernán Barcos. Pero son expeditos en castigar desproporcionadamente a los protaganistas del espectáculo. Blatter y Grondona son el paradigma execrable de la execrable FIFA.
La bandera del Juego Limpio es eso. Un saludo a la bandera, que realiza mordidas a Dubai, o cualquier otro país , para otorgarle una sede, y sonrién como querubines ante las cámares, con las manos aun llenas de
la repartición pecunaria y sangienta de la venta. El Espiritu ha Muerto.