En un principio creí que se trataba de una película de terror. Después supe que era la promoción del remanente de mercancía que quedaba en bodega y se sacaba a la venta con descuentos para pasar en la contabilidad los números de rojo a negro, a través de lo que se llamaría "liquidación de remanentes". Pero no pudieron escoger un símil mejor que "Viernes Negro", pues pinta con espeluznante crudeza la realidad del consumo como una necesidad de "calentar" la economía, a través de la adquisición de bienes de consumo. Es una blasfemia contra el espíritu solidario como base del cristianismo como ideología. Pero a quien le importa. Hoy el dinero plástico de las tarjetas de crédito se vuelven un anzuelo para atiborramos de objetos que no necesitamos, y a través de esa adquisición nos llenamos de aparatos electrónicos, juegos de videos, pantallas planas gigantescas de cristal líquido o de emisión de pixeles de alta definición, de equipos de sonido sofisticados, de teléfonos móviles listos o astutos ( smartphones) que realmente son superfluas cosas que no necesitamos. Entonces la gente se pone frenética, el tráfico congestionado, y el comportamiento aberrante, mientras los desposeídos arriman la nariz a las vitrinas para envidiar a quienes pueden endeudarse para comprar cosas que no necesitan, y que se convertirán en deudas angustiantes para
desarreglarnos los presupuestos del año que viene, pues no hay plazo que no se cumpla y deuda que no se cobre y que acabará siendo pagada.El niño Dios, bien gracias. Y los pastores? A la mierda, que se acabó la navidad
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