Ha muerto un hombre que iba en contravía. Practicaba la tolerancia. ( Comportamiento en vías de extinción
por otra parte ). Desterró el odio que alimenta la revancha, dadas las penurias inhumanas que tuvo que sufrir
privado de libertad, sometido a torturas y trabajos forzados, por 27 años. Y en vez de poner la otra mejilla,
supo extender la mano y sellar acuerdos, acercando dos posturas antagónicas , practicamente irreconcilia-
bles, ganar un liderazgo democraticamente y devolviendo un rayo de esperanza para una humanidad que día
a día trabaja con ahínco, cavando su propia fosa, en una constante paranoia. Que no sea la última
esperanza.
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