miércoles, 19 de octubre de 2011

CURAR LA PSIQUIATRÏA

Quiero compartir con ustedes un muy interesante artículo, con el cual concuerdo personalmente:
http://www.eluniverso.com/2011/10/18/1/1363/curar-psiquiatria.html

Ivan Sandoval Carrión

¿Curar la psiquiatría?

Wendy tiene 21 años de edad y vino a vivir sola en Quito para estudiar computación y recibir atención especializada, porque en La Concordia no hay psiquiatras. Desde hace dos años, sufre de episodios repentinos de temblor, sudoración, taquicardia, asfixia y angustia, que no aliviaron con atención médica general. En la capital, acude donde un especialista, quien diagnostica (en veinte minutos de entrevista) “trastorno de pánico” y le indica a Wendy que ella deberá tomar medicación durante toda la vida, “porque su problema se debe al déficit de un neurotransmisor químico en el cerebro, como ocurre con la diabetes donde falta insulina y por eso los diabéticos deben inyectársela por siempre”.

La joven toma la medicación por un par de meses “porque los doctores saben”, obteniendo alivio parcial, hasta que decide suspenderla y empieza a asistir a un grupo cristiano. Desde entonces no ha experimentado ningún acceso de pánico. Además inicia terapia con una psicóloga, quien se interesa por su historia y vida anterior (el psiquiatra nunca le preguntó por ello). Wendy es una chica inteligente y bonita, pero nunca tuvo enamorado porque le angustia la relación con los chicos. En su terapia se da cuenta de que los accesos empezaron desde que cuestionó su orientación sexual, a raíz de la amistad platónica con una vecina lesbiana. Actualmente mantiene su terapia, asiste al grupo cristiano, desaparecieron las crisis de angustia y no toma medicación. Todavía no tiene pareja. ¿Acaso la religión y/o la psicología consiguen algún alivio donde los psiquiatras actuales no convencen a sus pacientes con el “modelo de la diabetes”?

Fundada hace más de 200 años en el contexto de la Revolución Francesa, la psiquiatría todavía lucha por afirmarse como una especialidad tan médica, científica y respetable como las demás. En su afán por complacer y convencer a los médicos no psiquiatras (más que a sus pacientes), la psiquiatría ha olvidado los preceptos originales de sus fundadores, ha modificado su vocabulario y nosología, ha variado su discurso y sus métodos para adaptarlos a los de la medicina, ha buscado refugio y amparo exclusivo en las neurociencias, ha renunciado a la formación en psicoterapia, ha caído en los brazos de la industria farmacéutica, ha olvidado que era la única práctica médica que surgió como una clínica de la palabra, y ha perdido interés por aquella palabra de sus pacientes que no sea la que le permite hacer diagnósticos y prescribir tratamientos en veinte minutos.

Este giro de la psiquiatría actual incide sobre la formación de los jóvenes postgradistas de esa especialidad, quienes desde el comienzo de su curso escuchan a sus maestros decir que “la psiquiatría es la especialidad del futuro” y desestimar la “utilidad” del psicoanálisis, al que apenas le dedican un cursillo breve, y subestimar cualquier psicología que no sea la neuropsicología o la cognitiva. Igualmente aprenden a sobrevalorar las bondades de los psicofármacos por encima de sus reales e incuestionables beneficios, y a memorizar los “protocolos” para aplicarlos en serie a sus pacientes. En estas condiciones, es improbable que la psiquiatría actual, que se cree tan exitosa, se plantee una recuperación de su verdadera clínica: ¿una buena noticia para practicantes tan heterogéneos como sacerdotes, pastores, psicoterapeutas y psicoanalistas?

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