debemos hacer un alto. Enterrar el hacha. Ya no importa tanto el análisis de la responsabilidad (odio

ten, por la legitimidad que puedan o no tener.
A la situación económica difícil ( ya dije que no analizaremos las causas ahora), sumado a la recesión
mundial, en buena parte por el tambaleo peligroso del coloso con pies de barro que es China, un
enorme movimiento de duración limitada, por lo que se hizo o se dejó de hacer, por la debilidad

que podría ser tanto una ventaja como una desventaja; se suman los procesos de la naturaleza, cuya

el Cuello de la luna, vomitando cenizas y piroclastos, el fenómeno del Niño que viene como un
Tsunami gigantesco en Diciembre, con certeza, y que v a ser tan o más fuerte que el del 97, todo

esto sobre un país apoyado en inestables placas tectónicas de impredescible comportamiento, y
envuelta en reyertas intestinas, en la resaca de la bonanza, con una población cansada de la fiesta,
saciada del banquete y con dolor de cabeza y chuchaqui moral, hay que replantearse una alianza
veraz, despojada de intereses particulares, en un ambiente solidario, y todos a ajustarse el cinto,
y a meter el hombro. Ya no hay sitio para la beligerancia presidencial, ni la inocencia de los corde-
ros, ni el desgaste de la pugna fratricida. Llegó la hora de la verdad.