O es esa ancestral necesidad de cubrir las omnipresentes carencias?
O que no encontramos gracia en otras personas (con sus sentimientos), u otros elementos que nos
rodean, por cierto, totalmente ajenos a nuestra propia presencia.
Será que en esos obscuros vericuetos nos resbalamos en los fangales de la vanidad.?
Que sin darnos cuenta nos ensoberbecemos. ? Y por no ser más llanos y simples nos perdemos la
oportunidad de descifrar enigmas interesantes y atractivos y se nos pasa el tren de esta vida tan fugaz
que no deja de moverse, mientras nos distraemos ante la farsa del espejo de nuestra propia insignifi-
cancia. La sabiduria está lejana , muy lejana. Nos conformamos con espejos.
Nos ahogamos como Narciso. Se nos va la vida como agua entre los dedos.
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